miércoles, 8 de septiembre de 2021

RECUERDO DE UN FIN DE SEMANA

Sábado de verano, sábado de agosto. ¿Lo llevo todo? A ver, el cepillo de dientes, el móvil, cargador, tarjeta de crédito, DNI, mi certificado COVID, …

-       Coge la cámara…, las baterías, el cargador, todo, …

-       ¿Pero a dónde vamos?

-       Ya lo verás, tú sube al coche, …

-       Ya, ¿pero llevo chaqueta?

-       ¿Llevas el DNI?

-       Sí,

-       Bueno, pues vale.

Y empezó el fin de semana más bonito que nunca había soñado.

….nanananra de la ….era….

…san…ente….la ….era….

Y venga a tararear, y yo ya que me empezaba a coscar de dónde íbamos, … Pero bueno, tampoco me iba a poner de marisabidilla.

…ás bo… que …una… llas… arineras….

Yo es que para la geografía no estoy muy dotada y para la orientación, pues todavía menos, pero íbamos por unas carreteras muy tranquilitas, muy verdes y muy vacías, como si fueran para nosotros solos o estuvieran fuera de las rutas habituales.

No tardó mucho en desvelarse el destino, en Cantabria no nos podemos ir muy lejos porque nos salimos de las “fronteras”.

¡SAN VICENTE DE LA BARQUERA, MÁS BONITA QUE NINGUNA DE LAS VILLAS MARINERAS!

¿Te gusta?

¡Me encanta!

Pero oye, … que nos pasamos, ¿no? Calla, calla, que todavía no hemos llegado. Nos salimos del pueblo, a la derecha, por un camino que parecía que no parecía camino, que vete tú a saber si nos hemos perdido, que no, que espera, ¿pero dónde vamos?

Y el camino que sube, y ohhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh, pero ¿qué es esto? ¡Si parece un cuento de hadas! Ay, no, que es un hotelito preciosísimo. Eso sí, pequeño, pero bueno, mejor… Todavía tuvimos que subir más. Hasta la habitación había dos pisos de bonitas escaleras adornadas con macetas llenas de flores. No como la que tengo yo en casa, que ni crece ni mengua, ni se explica, ni calla. (En fin, que las plantas n son lo mío)

¿Y qué me dices de la habitación? Pero si tiene un balcón con vistas al infinito y un poco más allá si el día está despejado (que lo estaba, claro). Que fue el fin de semana éste que tuvimos que salió el sol más de diez minutos seguidos.

Después de instalarnos, nos ofrecieron un desayuno (ahora sería un brunch) para coger fuerzas, porque teníamos una ruta por el monte en el que estaba nuestro castillo de cuento de hadas de fin de semana. Yo me llevé la cámara y mis zapatillas supermega trekings que también tuve que meter en mi bolso debajo del cepillo de dientes (que se me olvidó contarlo al principio). Vaya mañana/tarde que pasamos en aquel monte-jardín de ensueño, Parecía que nos iban a asaltar, (Jo, tampoco voy a exagerar, nada de asaltar) parecía que en cualquier momento nos íbamos a encontrar a los gnomos que venían del mercado semanal con sus frutas y verduras fresquísimas. ¿Por cierto, en San Vicente el mercado es el sábado?, ah, pues no sé.

Ni os cuento la cantidad de fotos que saqué, bueno, bueno, saqué cada árbol, cada rama, cada hojita. Ahora me queda sacarlas de la tarjeta y seleccionar las trescientas mejores, lo dejaré para cuando llueva.

De regreso encontramos un manantial muy pequeñito, nos sentamos un rato a descansar y disfrutar del fresquito del correr del agua. Jo, parecía como si las hadas estuvieran de fiesta privada creyendo que nadie las oía… ¡qué divertido imaginar a esos seres mágicos y soñadores haciendo travesuras a sus anchas!

A la atardecida, no, espera, …. Ummmmm…. Ya atardecido (mejor) nos bajamos al pueblo a disfrutar del paseo por ese puente desde el que se ven tantas barquitas. Cena tranquila en una terracita muy coqueta, como si estuviéramos solos. Yo me pedí un helado de postre, llevaba mi chaqueta y me apetecía helado de chocolate.

El domingo desayunamos en el balcón con vistas al infinito y un poco más allá porque también hacía sol- También saqué fotos de las preciosas vistas, unas cien, la tarjeta ya iba bastante llena y quise reservar para el resto del día.

Esta vez nos atrevimos y bajamos andando al pueblo, se hizo corto, como si hubiéramos bajado volando. Nos dio tiempo a recorrer el pueblo, subir al castillo, visitar esa iglesia tan chula que hay en lo alto, … en fin, turisteo típico, pero como si no hubiera nadie más en el pueblo, … ¡qué tranquilidad!, ¡qué relax….

Comimos en un restaurante que nos habían recomendado. ¿Pero cómo estaba el arroz con bogavante? Bueno, es que nunca habíamos comido un arroz con bogavante como ese. Vamos, para felicitar al cocinero y al que nos lo recomendó. Muchas gracias al amigo del charcutero que resulta ser primo del carnicero del pueblo que es vecino del restaurante (o algo así), en serio, gracia, gracias, gracias.

Pero todo termina, todos los fines de semana acaban en domingo y éste acabó con el regreso a casa, felices y relajados con la sonrisa que no nos cabía en la cara, descansados y preparados para afrontar el lunes y lo que venga detrás.

Posiblemente estáis pensando que en este recuerdo faltan detalles. Y falta que os cuente lo que aprendí este fin de semana.

Con este fin de semana he aprendido una gran lección: todo lo que se sueña puede hacerse realidad, aunque sea realidad únicamente en ese sueño. He aprendido que tengo gente alrededor capaz de soñar un bonito recuerdo para mí, y que es capaz de soñarlo en martes y no por eso dejará de ser sábado

Gracias por regalarme un recuerdo de cuento de hadas aún a costa de quedarte hecho migas el miércoles.

“¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción; y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son.”

 

 


 

martes, 12 de abril de 2016

RECUERDO DE BUNNY


      ¿Cómo llegó Bunny a nuestra vida? No lo sé. Yo quería un conejo como Buggs Bunny, que comía zanahorias y entraba y salía de cualquier sitio dibujando un agujero.
     Bunny era un perro normal, cariñoso, juguetón, alegre, fiel,… Siempre estaba dispuesto a salir, nos esperaba cuando llegábamos del colegio, se sentaba a nuestros pies cuando comíamos, veía la tele con nosotros, y lloraba si lo dejábamos en casa. 
     No se enfadaba nunca. Bunny, déjame. Bunny, no tengo ganas de jugar. Bunny, vete. Bunny, ¡qué pesado! Bunny, tú no vienes. Siempre fiel, siempre alegre, siempre pendiente de nosotros, dispuesto a complacernos, sin rencores, sin ningún interés más que complacernos. Nunca tuvo una mala cara, un mal ladrido si no le hacíamos caso… Siempre estaba ahí, esperando que se nos pasara el mal humor, consolando nuestras penas, acompañando nuestra soledad, poniendo caritas de interés si le contábamos secretos (¡y por supuesto, los guardaba todos!). Cuando se hizo mayor, aun viejo y cansado, nunca dejó de acompañarnos.
        “Cuanto más conozco a las persona, más quiero a mi perro”. ¿En serio?
         “El perro, el mejor amigo del hombre”. ¿En serio?

¿Y el hombre? 


“Ser vivo que tiene capacidad para razonar, hablar y fabricar objetos que le son útiles”.

¿De verdad que el hombre, dotado de habla, habilidad manual y sobre todo, capacidad de razonar, en toda la Historia de su andadura por el mundo sólo ha sido capaz de conseguir la  Amistad del perro?
Ahhhhhhhhh, pues no sé.
        ¿Será que el hombre también se puede caracterizar como el animal más perezoso y egoísta de la cadena evolutiva? Nos gusta recibir toda clase de elogios, cariños, regalos, aprecios,… a cambio del mínimo esfuerzo. Nos gusta tener a nuestra disposición amor, lealtad, fidelidad,… a cambio de la más  mínima dedicación, y comprensión. Sí, es fácil decir que nuestro mejor amigo es el perro. Como seres racionales que somos, tenemos la capacidad de elegir, elegir el camino más fácil, lo más cómodo,…
        O elegir amar, ayudar, comprender y compartir con otros seres humanos como nosotros, egoístas, perezosos, interesados, desconfiados,…
        
        De Bunny aprendí a ser generoso, pero también que nadie medimos la generosidad con el mismo vaso medidor. A ser fiel, pero que nadie tiene el mismo concepto de fidelidad. A amar sin condiciones, pero que lo más habitual es encontrar amor condicionado. A compartir todo, aunque la mayoría comparte lo del otro y no lo propio. Y todo eso lo aprendí de Bunny porque él fue mi mejor amigo y yo el hombre egoísta, perezoso, e interesado que le tocó en suerte como compañero de viaje.

         ¡Ayyyyyyyyyy, si nunca tuvimos perro! Yo solo fantaseaba con Buggs Bunny.


martes, 24 de noviembre de 2015

REFLEXIONES


Se acerca el día, ha tardado, pero en el fondo todos sabíamos que llegaría (bueno, siempre hay gente que pasa de todas estas cosas…). Miro hacia atrás y creo que llevo gran parte de mi vida preparándome para este día. Todo cambiará, se cerrará una etapa y se abrirá otra, distinta, sí, pero creo que mejor, mi creencia es que será mejor, ascenderé a un nivel superior.

Ese día seré la protagonista. Todos me mimarán, el día estará dedicado a mí. Mal que les pese a los demás, yo seré la estrella y brillaré con todo mi esplendor durante unas horas. Lástima que mi familia no pueda estar presente, diversas obligaciones y la distancia lo harán imposible. Pero tengo otra familia, la que me ha arropado hará los honores, la que se preocupa por mí, por mi bienestar, la que estará presente en mi gran día. Todos nos arreglaremos, como siempre unos más que otros, cada uno me hará su regalo especial, aunque también habrá quien se escaquee y sólo nos honre con su presencia. Yo vestiré mis mejores galas, no puedo defraudar, es mi despedida y quiero presentar mi mejor imagen y que todos conozcan mi verdadero interior.

Quiero dejar un buen recuerdo, el mejor, que durante décadas sólo se hable de mi día… Pero tengo que ser realista, la vida es efímera. El recuerdo seguirá presente hasta la próxima celebración. Y todos sabemos que la raza humana es muy dada a celebraciones. Sé que mi recuerdo se irá difuminando, quedarán fotos, sí, pero esas fotos estarán almacenadas junto a otras muchas. Aunque me conformo, nunca pretendí más. Mi vida aquí ha sido feliz y sé que he cumplido mi misión.

Saludos a todos y feliz Navidad.

 

                                               Fdo. La pava de Navidad

viernes, 20 de noviembre de 2015

HACE SIETE AÑOS



Mucho hablamos de que las redes sociales no sustituyen el contacto persona-persona, que estamos dejando ir la vida real hacia la vida virtual.
La red social me dice “la soledad es hermosa cuando tienes a quién decírselo”…. Recuerdo una tarde en que no tenía a quién decírselo, una tarde tras una mañana de otras muchas en que aquello no tenía nada de hermoso, Y recuerdo que por casualidad (o no) unas manos desconocidas (estaban “en la red”) se abrieron hacia mí y me explicaron que aunque aquello no era hermoso, podía cambiar de tonalidad  por un rato si yo quería. Las manos pasaron un momento a mi lado y dijeron ¿te vienes?
Ese “¿te vienes?” sólo era eso, no quería decir más de lo que decía. Ni planes, ni promesas, ni soluciones, un “ahora” y “ya”. Tras aceptar el ahora y ya, vinieron más ahoras, sin agobios, sin presiones, sin forzar, únicamente yas oportunos, más ahoras para disfrutar y compartir.
Y la red social que de vez en cuando me recuerda que“cuando menos te lo esperas, va la vida y te sorprende”, ha venido a sorprendernos. Ha venido a darnos un dato que no encontrábamos.
Dando vueltas a un plato de arroz mildelicias y a una bola de helado no sabíamos desde cuándo éramos amigos. “Por lo menos seis años, sí, sí, por lo menos…” Y ayer va la red social y nos sorprende, HACE SIETE AÑOS QUE SOIS AMIGOS.


Y ahora nos toca los agradecimientos, agradecer a la red social que nos abra las relaciones virtuales, que nos guarde datos y que en definitiva, nos preste un apoyo técnico.
Pero también decirle a la red social, que nunca suplirá el contacto persona-persona, que nunca suplirá una conversación junto a un arroz mildelicias, que aunque nos lleve la agenda de eventos, nunca conseguirá ser un evento por sí sola.
Y advertirnos a todos, que la red social nunca, nunca, nunca hará nada por nosotros si nosotros no tenemos intención y voluntad de hacerlo.

(Por cierto, Juan Martín, que si fecebook dice siete años, va a ser que en total son unos ocho los que hace que nos conocemos) Jajajaja