martes, 11 de diciembre de 2012

RECUERDOS DE LA VACA Y EL BURRO

Yo recuerdo el Nacimiento en casa “toda la vida”.  Sacar las figuritas de sus envoltorios de papel, oye, que siempre había alguna rota,… Un año resultó que se nos había perdido el Niño y tuve que comprar otro a la salida del colegio. Que me fui de casa diciendo que lo iba a traer negro… Al final no me atreví a tener un Niño “adoptado”, ¡¡¡cobarde!!! También recuerdo lo que me costó aprender que eran mula y buey, que al final decidí que daba igual, y para mí fueron vaca y burro.
Los pastores y las pastoras, los patos y las patas, las lavanderas, el herrero (lo siento, no había lavanderos ni herrera), el horno de pan, el castillo de Herodes, los soldados (tampoco había soldadas), plantar lentejas y alubias para ponerlas en los campos, la arena del desierto (que era de la playa), la palmera,  y los Reyes Magos con sus camellos y sus pajes avanzando durante todas las Navidades hasta llegar al portal.  Y todo eso se fue reduciendo por falta de espacio, fuimos quitando a Herodes, el río, los puentes,… Hasta llegar a poner sólo “el Misterio”, porque en mi casa se llama Misterio. Y, a lo mejor se llama “Misterio” por alguna razón… (Y no estoy mirando hacia ningún Jefe de un diminuto Estado ubicado en una colina famosa de los alrededores de cierta Ciudad Eterna… ¿eh?)

Y en el recuerdo también queda un “¡no-no!”: Cuando “la bebecito” de poco más de un año entró en casa y se quedó deslumbrada con las bolas de colorines, el espumillón y las figuritas, todos nos quedamos conteniendo la respiración y preparados para salir de estampida a recoger el árbol, las figuritas, las bolas y (lo más importante) la niña, a la espera de que se produjera el inevitable desastre. Para nuestra sorpresa, se quedó con los ojos muy abiertos, estudió la situación y decidió: “no-no” señalando con su dedito… y siguió explorando la casa. Eran sus primeras Navidades “operativas” ya que las anteriores estuvo metida en su canasto y no enredó mucho, lo normal en bebés de dos meses…Pero este año era otra cosa, ya sabía andar, ya investigaba por su cuenta, y se valoró por un minuto de unos treinta segundos el no poner los adornos navideños por si la niña tenía algún “accidente”. De eso nada, aquí se pone el árbol y el Nacimiento, y la niña que lo disfrute, y si hay que estar detrás de ella, se está. Sí, ¿pero cómo se os ocurre fiaros de una diablilla de catorce meses?  ¡A la primera ocasión, apareció feliz, tan tranquila, con San José en la mano, el Niño estaba jugando con las gallinas y una oveja dormitaba en la cuna!  
Ahora vienen a decirnos que no hubo pastores ni pastoras, ni estrella, ni mula, ni buey. Que los Reyes Magos de Oriente no eran Reyes ni venían de Oriente,
Vale, pues ya sabemos que Herodes no comía turrón en esas fechas, que en la panadería no hacían marquesitas, que no había acebo para besar a tu novio, que no nevaba, que no era 25 de diciembre, que los misteriosos personajes no llegaron a Belén, y a lo mejor San José no era tan mayor, o el niño no nació de noche, y seguro que no hubo villancicos (eso es seguro-seguro).
Este año ya hemos perdido muchas cosas, hemos perdido trabajos, negocios, prestaciones sociales, prestaciones sanitarias, alumbrado público, pagas extras, hemos perdido el sentido de la decencia en políticos y personajes públicos. , … Por favor, Santo Padre no nos quite nuestras tradiciones, no nos quite la ilusión de los niños decorando sus Nacimientos con estrellas, angelitos, ovejas, pastores, caganérs, mejicanos tocando guitarrones, bailarinas con sus zapatillas en las manos, indios llegando con sus arcos y flechas, pescadores, gauchos con sus ganados, tamborileros, Reyes montados en camellos o a caballo, pajes cargados de regalos, soldados escondidos tras el castillo, ríos hechos con espejos, desiertos nevados, … No nos quite también la ilusión de evocar aquel Misterio Glorioso con la vaca y el burro.