martes, 29 de noviembre de 2011

jueves, 17 de noviembre de 2011

RECUERDO DE MÍO CID

 “Sí, claro, como el Cid, que ganó una batalla después de muerto”. ¡Adivina de dónde salió esa frase!,… Pero para una pandilla de niños entre seis y nueve años, desde luego que el Cid era un Héroe. Claro que estaba Superman, Flash Gordon, el Zorro, la Pinpinela Escarlata, etc.…, Pero ¿el Cid? El Cid era de verdad, vamos, que todo el mundo lo conocía.  Rodrigo Díaz de Vivar, de Burgos… Que todos sabíamos dónde estaba Burgos (más o menos, así sin profundizar mucho en el Atlas). Que todos tenían algo que contarte de este guerrero: un día, te enterabas que el caballo se llamaba Babieca, otro día que la espada Tizona, otro que si Doña Jimena era su esposa, que doña Elvira y Doña Sol las hijas… Hasta te podían contar que la película la habían rodado cerca de casa, una tal Sofía Loren que era guapísima…

      El ciego sol se estrella
      en las duras aristas de las armas,
      llaga de luz los petos y espaldares
      y flamea en las puntas de las lanzas.

      El ciego sol, la sed y la fatiga.
      Por la terrible estepa castellana,
      al destierro, con doce de los suyos,
      -polvo, sudor y hierro- el Cid cabalga.

      Cerrado está el mesón a piedra y lodo...
      Nadie responde. Al pomo de la espada
      y al cuento de las picas, el postigo
      va a ceder... ¡Quema el sol, el aire abrasa!

      A los terribles golpes,
      de eco ronco, una voz pura, de plata
      y de cristal responde... Hay una niña
      muy débil y muy blanca,
      en el umbral. Es toda
      ojos azules; y en los ojos, lágrimas.
      Oro pálido nimba
      su carita curiosa y asustada.

       “¡Buen Cid! Pasad... El rey nos dará muerte,
      arruinará la casa
      y sembrará de sal el pobre campo
      que mi padre trabaja...
      Idos. El Cielo os colme de venturas...
      En nuestro mal ¡oh Cid! No ganáis nada.”

      Calla la niña y llora sin gemido...
      Un sollozo infantil cruza la escuadra
      de feroces guerreros,
      y una voz inflexible grita: “¡En marcha!”

      El ciego sol, la sed y la fatiga.
      Por la terrible estepa castellana,
      al destierro, con doce de los suyos
      -polvo, sudor y hierro-, el Cid cabalga            

     
¡Vaya lío, vaya lío…! El poema estaba en mi libro de lengua y lectura, nos estaban introduciendo al leguaje poético, las figuras literarias,…  La seño explicaba que el poeta suele utilizar expresiones exageradas o atribuye cualidades imposibles a objetos para dar más énfasis a lo que describe. También, decía la seño, puede que encontremos frases desordenadas, expresiones impensables en el lenguaje cotidiano, todo encaminado a hacer sentir al lector, provocarle sensaciones que le transporten a la escena.
Puf!, seño, que esto va a ser muy difícil, que somos muy pequeñas,…. Que mejor seguimos con los cuentos y los tebeos, ¡qué perezaaaa……!!!!!!!
Aquella lectura, efectivamente, fue difícil. Empezamos con “el ciego sol”, bueno, ya había que ordenar aquello, sería un sol ciego, pero ¿un sol ciego?, no, decía “ciego” por “cegador”. Vale, seño, parece que lo vamos entendiendo.
Los problemas continuaron con “llaga de luz” y “flamea”. Sorprendentemente, a partir de ahí, la comprensión fue mucho más fácil, Por lo menos, a mí, ya no me importaba que la voz de la niña fuera de plata y de cristal y que el oro nimbara su cara.
Yo ya estaba tan integrada en aquel grupo de hombres abrasados por el sol que iban camino del destierro a los que nadie ayudaba por miedo a las represalias del rey. Eso sí que era interesante, el Cid, caído en desgracia. El HÉROE había pasado a ser un proscrito. Y además, ¿dónde estaba eso del destierro? ¿A quién preguntar? ¿Dónde acudir? Pues a aquel que hasta había visto de cerca a la tal Sofía Loren…. ¿Papá? ¿Dónde está el destierro?
-          Pues donde te quieran mandar. Pero bueno, ¿tú que andas trajinando?
-          No, lo del Cid, …
-          Eso fue por el Juramento de Santa Gadea. Le hizo jurar al rey que no había tenido nada que ver en el asesinato de su hermano.
Tras perfilar que Santa Gadea era una iglesia de Burgos, cuando unos años después en el libro de Historia llegó el estudio de la Reconquista, fue muchísimo más fácil y ameno seguir las andanzas de este héroe,
“Rodrigo Díaz de Vivar fue un caballero castellano que llegó a dominar al frente de su propia  mesnada el Levante de la Península Ibérica a finales del siglo XI de forma autónoma respecto de la autoridad de rey alguno. Consiguió conquistar Valencia y estableció en esta ciudad un señorío independiente desde el 17 de junio de1094 ] hasta su muerte.”

              Y ya más mayor, cuando en el estudio de la Historia de la Literatura Española, apareció el Cantar de Mío Cid, escrito en estilo romance épico, narrando las aventuras y desventuras de Mío Cid Campeador, su noble esposa Doña Jimena, los matrimonios desgraciados de sus hijas Doña Elvira y Doña Sol, la traición de los Infantes de Carrión, etc.… Fue cuando me dí cuenta de que a mí lo que más me gusta es la Historia, buscar el hecho, aunque éste venga envuelto en frases desordenadas, con palabras altisonantes, dibujada con figuras imposibles,…o incluso, el cantar de gesta termine idealizando al héroe.
Descubrí que la “sabiduría” popular despertó en mí la curiosidad por la figura de un hombre honesto con sus ideas, valiente con sus hombres y leal a su rey, un hombre pieza clave en la Historia de la Reconquista que terminó por convertirse en leyenda. Y que todo lo que aprendí en los libros de historia, quedó prendido en mi mente junto con unos versos     

      El ciego sol, la sed y la fatiga.
      Por la terrible estepa castellana,
      al destierro, con doce de los suyos
      -polvo, sudor y hierro-, el Cid cabalga.
         

martes, 4 de octubre de 2011

RECUERDO DE KUNTA KINTE



“Esclavo: dicho de una persona, que carece de libertad por estar bajo el dominio de otra”.
Aquel curso ya me dejaban ver la tele por las noches, todavía eran los años en que sólo había dos cadenas, la primera y la segunda, y un solo televisor en toda la casa. Después de cenar y de terminar los deberes, mi familia nos sentábamos a “ver la tele” y al día siguiente en el colegio se pasaba revista a la noche anterior.
Y empezó la serie “Raíces”, La historia comienza a mediados del siglo XVIII en una aldea llamada Juffure, ubicada en Gambia. Nace el primer hijo de Binta y Omoro, y es llamado Kunta. Kunta Kinte, que un día salió a buscar madera para hacer un tam-tam para su hermano menor,… y nunca volvió.
Aunque en el colegio ya habíamos estudiado aquello de la esclavitud, esta vez no era lo mismo. Ver esta serie de televisión se iba a convertir en un viaje de aprendizaje, de descubrimiento de una realidad, una parte vergonzosa de la historia del hombre.
Mi primer recuerdo del concepto de  “esclavitud” está unido a la historia de Roma que veía en las películas. Aquellos sirvientes que estaban en las casas, aquellos que eran de la familia, amigos y confidentes de los amos. Aquellos sirvientes que estaban perfectamente ataviados, con túnicas impolutas y peinados perfectos. Bueno, también estaban los prisioneros de guerra que entraban en Roma siguiendo a las legiones victoriosas y eran vendidos como esclavos. Esos aparecían un poco más compungidos, pero enseguida daban con amos buenos y considerados que hacían su estancia más agradable hasta que terminaban ganando la carta de libertad.
¿Y las jóvenes esclavas entregadas como regalo al general victorioso o al patricio amigo? Aquellas que  con sus encantos y bondad los enamoraban y éstos, en señal de amor eterno, las quitaban el anillo para ponérselo ellos mismos como símbolo de pertenencia a ella.
Al cabo del tiempo, resulta que me  fui enterando de que de esa costumbre tomaron los cristianos la tradición de entregar pulseras de compromiso y anillos de boda entre los esposos, ¡Vaya con las tradiciones y las costumbres!
Y después estaban los negros, las películas en las que otra vez igual, los negros de las plantaciones siempre estaban en la casa, asociados a las familias que terminaban dándoles la libertad por los buenos servicios prestados y su fidelidad incondicional al amo. Incluso había veces que ni siquiera aceptaban la libertad o se quedaban con la familia por lealtad.
Vale, pues aquel año a nuestras televisiones llegó Kunta Kinte, feliz en su aldea africana, con sus padres, sus hermanos, sus amigos, etc. Y salió a buscar madera para hacer un tam-tam. Y en mi pequeño “universo” aparecieron de pronto, los negreros, los cazadores. Lo cazaron con una red, como a los animales, lo metieron en un barco, en la bodega, encadenado al catre o a la pared, no me acuerdo. Sin agua, sin comida, día tras día, sin luz, sin poder moverse,… Lo desembarcaron en un muelle de carga, lo vendieron en un mercado. Fue a dar con un amo cruel que lo azotaba, y que le cambió su nombre. La tele mostraba series interminables de latigazos, “¿cómo te llamas?- Kunta Kinte,.- Tu nombre es Tobi, ¿cómo te llamas?- ¡Mi nombre es Kunta Kinte! Luchó, se reveló, se escapó, todo inútil, lo volvían a cazar, lo apaleaban, volvió a escapar,… hasta que le cortaron parte de un pie para retenerle, A partir de ahí, en la serie se mostraban las vidas y peripecias de toda una saga descendiente de aquel que “un día, salió a buscar madera para hacer un tam-tam para su hermano pequeño”.
Aunque en el diccionario nos enseñen que “La esclavitud es una institución jurídica que conlleva a una situación personal por la cual un iindividuo está bajo el dominio de otro, perdiendo la capacidad de disponer libremente de su propia persona y de sus bienes” , conocer a Kunta Kinte me hizo pensar, descubrir toda la extensión de la expresión “ser esclavo”: Ser despojado de todo lo que te identifica como persona, negarte un nombre, una familia, el poder tomar una decisión, incluso el poder equivocarte, el cambiar de rumbo, ser NADA. Convertirte, según el papel asignado, en mula de carga, máquina de lavar, perro de compañía, brazo de recolección o fábrica de mano de obra. 
Terminada la serie de televisión, en casa apareció el libro. Primero mi padre, después mi hermano, aquel libro era gordísimo comparado con mis libros de aventuras de “Puck”, “Los siete secretos”, “Los Hollister” o “Los cinco”. Pero ese verano mi prima, que era un año menor que yo, lo devoró en dos semanas. Así que allá que me fui,… a leer “Raíces” durante un otoño largo en el que me dí cuenta de que las películas son películas, los libros, libros, y la realidad,… bueno, la realidad te puede sorprender en cualquier momento.



miércoles, 14 de septiembre de 2011

JOSE Mª RODERO Y CALÍGULA

José María Rodero Luján (Madrid, 26 de diciembre de 1922- 14 de mayo de 1991), ACTOR ESPAÑOL.
Sintió curiosidad por el mundo de la interpretación al enamorarse de una actriz. Tras presentarse a unas pruebas del Teatro Español, cambió sus estudios de ingeniería por los de Arte Dramático.
Ingresó en la Compañía de María Guerrero, y ya en la década de 1950 destacaba como uno de los activos más sólidos de los escenarios madrileños, con piezas como Plaza de Oriente, El landó de seis caballos , Soledad, Colombo, La casa de la noche , La herida luminosa , Yo traigo la lluvia, La Celestina o Elena Osorio. Tras triunfar con En la ardiente oscuridad, de Buero Vallejo, formó su propia compañía con la que ya por entonces era su esposa, la también actriz Elvira Quintilla. Decenas de montajes, en las décadas de 1960 y 1970, lo avalan como uno de los grandes actores españoles del siglo. Destacan Donde vas triste de ti, Una tal Dulcinea, El concierto de San Ovidio El caballero de las espuelas de oro, ¿Quién quiere una copla del Arcipreste de Hita?, Corona de amor y muerte, El tragaluz, Calígula, Luces de Bohemia, Los emigrados, Enrique IV, El hombre deshabitado, Historia de un caballo  o Las mocedades del Cid. A destacar, igualmente, sus participaciones a lo largo de varios años en el Festival de Teatro Clásico de Mérida, con obras como Calígula, Julio César y La cena del rey Baltasar
             Intervino en numerosas piezas en el espacio Estudio 1, La muerte de un viajante, Las Meninas, y sobre todo su recreación de Jurado nº 8 en la adaptación de Doce hombres sin piedad

Falleció en Madrid el 14 de mayo de 1991, cuando preparaba el estreno de Hazme de noche un cuento, del dramaturgo extremeño Jorge Márquez.
Cayo Julio César Augusto Germánico, (31 de agosto de 12 - 24 de enero de 41), también conocido como Cayo César o Calígula, fue emperador romano desde el 16 de marzo de 37 hasta su asesinato, el 24 de enero de 41. Fue el tercer emperador del Imperio romano y miembro de la dinastía Julio-Claudia, instituida por Augusto.
Era hijo de germánico, quien a su vez era hijo adoptivo del emperador Tiberio. Germánico es considerado como uno de los más grandes generales de la historia de Roma. La madre de Calígula era Agripina. De niño acompañó a su padre en sus expediciones militares por Germania, donde se calzaba con las cáligas de los legionarios, quienes le dieron el sobrenombre afectuoso de “Calígula” (“botitas”). Tras la celebración en Roma del triunfo de su padre, marchó con él a Oriente. Germánico murió durante su estancia en Antioquía, en el año 19. Después de enterrar a su padre, Calígula regresó con su madre y sus hermanos a Roma, donde la incomodidad que su presencia generaba en el emperador degeneró en una enemistad, causante probable de las extrañas muertes de una serie de parientes del futuro emperador entre los que se contaban dos de sus tíos. Sus relaciones con Tiberio parecieron mejorar cuando éste se trasladó a Capri y fue nombrado pontifex. A su muerte —el 16 de marzo de 37—, Tiberio ordenó que el Imperio debía ser gobernado de forma conjunta por Calígula y Tiberio Gemelo.
Tras deshacerse de Gemelo, el nuevo emperador tomó las riendas del Imperio. Su administración tuvo una época inicial marcada por una creciente prosperidad y una gestión impecable; no obstante, la grave enfermedad que atravesó el emperador marcó un punto de inflexión en su modo de reinar. A pesar de que una serie de errores en su administración derivaron en una crisis económica y en una hambruna, emprendió un conjunto de reformas públicas y urbanísticas que acabaron por vaciar el erario público.
 El 24 de enero de 41, fue asesinado por los ejecutores de una conspiración integrada por pretorianos y senadores, y liderados por su praefectus, Casio Querea.

Cuando durante el curso escolar no dabas un ruido, sacabas más que buenas notas y no habías tenido ni una falta de asistencia ni de puntualidad, si tus padres pedían permiso para que te fueras de vacaciones una semana antes, las monjas no ponían ningún problema. Bueno, también ayudaba que tenía diez años y con esa edad todavía no estábamos sujetos a los terribles exámenes finales, claro. Así que me “facturaron” hacia León con mis vestidos de verano, mi muñeca favorita y un nuevo corte de pelo.
Me esperaban las Ferias y Fiestas de San Juan y San Pedro, que yo no había vivido nunca. Cabalgatas, serpentinas, la Feria con sus “cacharritos” y algún helado. Ir “al Hípico” y adivinar con mis primos qué obstáculo era el más difícil de saltar, fuegos artificiales en el río,…Una de esas tardes de luz interminable, alguien dijo que había teatro en la Plaza Mayor. ¡Teatro! Eso que siempre veíamos por la tele los viernes, sí, eso mismo pero al aire libre… ¿Y cómo será eso? Pues allá que nos fuimos unos cuantos con alguna tía responsable y nuestra abuela común. ¿Quién trabaja?, se preguntaban los mayores, mientras los niños nos empezábamos a plantear por qué no había sillas para todos (en realidad no había sillas para nadie, todo el público estaba de pie). José María Rodero en “Calígula”. Vaya, a simple vista, sonaba aburrido, ese actor debía de ser “mayor” y ¿Calígula? Un emperador romano. Puffffffffff a ver si esto va a ser para “mayores”…. A ver si nos han traído con la excusa y es que quieren venir las tías….Bueno, ya no había remedio, teníamos un sitio muy cerca del escenario y aquello empezaba ya.
Salió a escena, efectivamente, “un señor mayor” (adivina a qué llamábamos mayor a los diez años) vestido de romano. Pero un romano vestido de gala, no de batalla, con su túnica y su toga. Había un espejo a un lado del escenario y nada más.
Empezó la representación y todo cambió. Aquel hombre nos transportó en menos de un minuto a la Roma Imperial, a las conjuras e intrigas, a las guerras y conquistas del Imperio, a la locura de un tirano demente. Aquel hombre ya no tenía edad, el escenario ya no estaba vacío, ya no estábamos de pie en la Plaza Mayor, estábamos en el Senado, en el Palatino, le acompañábamos al Circo. Incluso asistimos al nombramiento de su caballo como senador y a su propia proclamación como deidad. Comprendimos perfectamente que aquel Calígula era un extravagante, un pirado con todo el poder en sus manos, sentimos la opresión del pueblo romano, la impotencia del Senado, llegamos a la conclusión de que el que tanto había conspirado y atentado contra su propia familia y todo aquel que no le convenía, tendría un final poco digno.
Por supuesto que de aquella cuadrilla de primos, alguno se cansó y se aburrió, éramos una pandilla demasiado joven, pero os aseguro que yo no fui la única que volvió a casa con ganas de saber más de los tiempos dorados de Roma y con la esperanza de encontrar a José María Rodero en otro Estudio 1, o a otros como él que nos hicieran sentir aquello que durante dos horas sentimos estando de pie en la Plaza Mayor.
Aunque en las enciclopedias nos digan que “El teatro (del griego θέατρον theatrón 'lugar para contemplar') es la rama del arte escénico relacionada con la actuación, que representa historias frente a una audiencia usando una combinación de discurso, gestos, escenografía, música, sonido y espectáculo...”, aquel día comprendimos que el teatro es mucho más. Efectivamente, es un arte, un Arte con muchas mayúsculas, un Arte en el que intervienen muchas piezas. Primero, un autor, alguien que escriba una historia, ficticia o basada en hechos reales. Después, unos actores que cuenten la historia con los matices que la ha concebido el autor. Y  después un público, unos espectadores que a través del actor y los medios que éste utilice, se sientan partícipes y hasta protagonistas de esa historia, que se la crean, que la vivan, que olviden todo lo demás durante la representación,… que se vayan a sus casas plenos de experiencias y sensaciones. Eso es para mí el TEATRO gracias a José María Rodero y su interpretación de Calígula en la Plaza Mayor de León una tarde de junio.     



 

martes, 2 de agosto de 2011

LA UNIVERSIDAD DE SALAMANCA Y FRAY LUIS DE LEON

La Universidad de Salamanca es la universidad más antigua de España que existe en la actualidad y una de las cuatro más antiguas de Europa abiertas actualmente, junto con las de Bolonia, Oxford y La Sorbona.

Me encantaba ir a Salamanca, era una fiesta. Pasábamos el día con tío Pedro, tía Herminia y Herminita, íbamos de tiendas y siempre quedaba tiempo para visitar las catedrales, el puente romano, San Esteban, la Plaza Mayor o la Universidad, todo no, en un día era imposible. Mi primer recuerdo de la Universidad es estar buscando la rana. Tenía unos cinco o seis años y yo no entendía por qué había que buscar una rana, que luego resultaba ser muy pequeña, y tampoco entendía que nadie se fijaba en la estatua del fraile que estaba enfrente.
 - ¿y este quién es? No sé si fue mi padre, mi madre, mi hermano o alguna de mis tías quien me dijo que era Fray Luis de León.
- ¿y si es de León, qué hace en Salamanca?
- Pues que daba clases aquí, y estuvo preso, … y fue muy importante.
Cada vez entendía menos lo de buscar la dichosa rana…. ¿no será más importante este señor que una rana?
- “Hay que buscar la rana para aprobar el curso” - ésta sí que era una de mis tías, las maestras, ….
La verdad que con seis años no te importa mucho lo de buscar una rana para aprobar, pero luego cumples diez, trece, quince, te preparas para selectividad,… sigues yendo a Salamanca, y te aseguras de encontrar la rana, “por si acaso”… Pero a mí me interesaba Fray Luis de León y la Universidad,…. ”Universidad” sonaba a grande, a mucho, a lleno, …
Y apareció en mis libros, en mi libro de literatura estaba Fray Luis de León, fraile agustino del siglo XVI, primero estudiante y después profesor en la universidad de Salamanca, filósofo y teólogo, interesado por la cátedra de Sagrada Escritura, envuelto en envidias y rencillas teológicas con los dominicos y traductor a lengua vulgar del Cantar de los Cantares.  
 Sus temas preferidos y personales fueron el deseo de la soledad y del retiro en la naturaleza y la búsqueda de paz espiritual y de conocimiento (lo que él llamó la verdad pura sin velo), pues era hombre inquieto, apasionado y vehemente, aquejado por todo tipo de pasiones, y deseaba la soledad, la tranquilidad, la paz y el sosiego:

Vivir quiero conmigo,
gozar quiero del bien que debo al cielo,
a solas, sin testigo,
libre de amor, de celo,
de odio, de esperanzas, de recelo.

 
Y también aparecía el estilo Plateresco, tradicionalmente tenido por exclusivo de España , que apareció entre el último Gótico y el Renacimiento, a finales del siglo XV, extendiéndose durante los dos siglos siguientes. Resulta de una modificación del espacio gótico y de una fusión ecléctica de componentes decorativos mudéjares, del gótico flamígero y lombardos, así como primerizos elementos renacentistas de origen toscano. Ejemplos son la inclusión de escudos y pináculos, las fachadas divididas en tres cuerpos y las columnas de tradición renacentista. El estilo se caracteriza por una decoración prolífica que cubre las fachadas con elementos vegetales, candelabros, festones, criaturas fantásticas y todo tipo de figuraciones, ¿habéis visto las calaveras y la rana? Si al final lo  de la rana va a ser importante. La configuración espacial, sin embargo, seguía más claramente un referente gótico.
La fachada de la Universidad de Salamanca, es el ejemplo más claro de Plateresco: conocido como Escuelas Mayores, que se comenzó a construir en 1411. La fachada está dividida en tres cuerpos. El primero contiene el medallón de los Reyes Católicos que empuñan el mismo cetro, y sobre sus cabezas el yugo de Fernando y las flechas de Isabel. El segundo cuerpo contiene en el centro el escudo de Carlos V, rematado con un globo y una cruz sobre una espectacular corona; a la derecha el águila de San Juan y de los Reyes Católicos, a la izquierda el águila bicéfala del Imperio. En el tercer cuerpo hay una capillita donde se halla Papa Benedicto XIII que exhorta a los clérigos. La construcción fue dedicada a los Reyes Fernando e Isabel en 1534, muchos años después de su muerte.
Ya, sí, pero hay que ir a lo que se cuenta y toda Salamanca sabe,
La traducción a lengua vulgar del Cantar de los Cantares llevó a Fray Luis a la cárcel, la Inquisición no se andaba con tonterías. A la vuelta a su cátedra, supo resumir este episodio en “…decíamos ayer…” La historia me la contó mi tía , claro, una niña pregunta por qué dijo esto si había estado un tiempo en la cárcel, ¿cómo se iban a acordar los alumnos del día de ayer?, si no estaba… si seguramente estaba otro profesor,… pero no, es que me lo explicaron “es que lo dijo haciendo como que no pasaba nada”… Vaya, esto sí que es tener clase, ser elegante y demostrar qué es lo que importa, eso es lo que pensé o lo que intuí que me enseñaban en ese momento, hay que distinguir lo importante, hay que saber borrar lo que no afecta a nuestra personalidad, a nuestra misión,…  
 
Cuando empecé mi carrera, asistí a la solemne inauguración del curso (no era Salamanca), tenía que participar en el “Gaudeamus Igitur”, aunque fuera una sola vez, Era un paso importante en mi vida, no sabía hacia dónde en concreto, pero sí tenía claro que era hacia adelante.
Cuando terminé mi carrera, harta de estudiar, desilusionada de algunos profesores, dudando de mi futuro, asistí a mi última clase, la clase magistral del Decano, y sólo recuerdo y recordaré una única frase: “Sed universitarios, antes que facultativos”.
Por fin lo entendí, por fin supe lo que la Universidad significa, lo que Fray Luis y miles de profesores han intentado inculcar en sus alumnos, lo que miles de alumnos han practicado y gracias a ellos la Humanidad, ha progresado. Lo que significa formar parte de un todo en constante evolución, buscar, avanzar, abrir, otear, descubrir y mostrar, enseñar, ayudar y contribuir al movimiento, al avance y crecimiento de un Universo en el que todos somos piezas fundamentales, piezas clave, piezas ensambladas unas en otras que tienen el deber de crecer y ayudar a crecer a las demás.
Y también entendí que por desgracia, y aunque muchos se empeñen en comenzar sus discursos con el “decíamos ayer”, “Quod natura non dat, Salmantica non præstat”

jueves, 21 de julio de 2011

MEERSBURG

Meersburg es una localidad de Alemania, situada a orillas del lago Constanza, en el estado federado de Baden-Wurtemberg.
Tiene un marcado carácter medieval, como muchas de las ciudades de esa zona, y es una bella y turística ciudad privilegiadamente elevada sobre el lago.
La población es nombrada por primera vez en el año de 988 con el nombre de Merdesburch. Entre los años de 1210 y 1803 perteneció al Obispado de Constanza.
Hacia el año 1300 recibió el privilegio para celebrar un mercado semanal, pasando a utilizarse y desarrollarse para ello la zona inferior de la ciudad, hasta entonces ocupada prácticamente sólo por pescadores.

Ya os enseñaré lo que ví en esta ciudad, aquí probé por primera vez la cerveza de trigo, la weissbier o weizenbier, que algo de alemán se te pega cuando pasas por allí.....



lunes, 4 de julio de 2011

LA MEZQUITA DE CORDOBA


La Catedral de la Asunción de Nuestra Señora es el nombre eclesiástico de la Catedral de Córdoba, o Antigua Mezquita. El edificio, declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad, se comenzó a construir en el 786 en el lugar que ocupaba la basílica visigótica de San Vicente Mártir. En 1238, tras la Reconquista, se llevó a cabo la conversión de la mezquita en una catedral cristiana con la ordenación episcopal de su primer obispo, Lope de Fitero. En 1523 se empezó la construcción de una basílica renacentista de estilo plateresco en el centro del edificio musulmán. Hoy constituye el monumento más importante de Córdoba, y también de toda la arquitectura andalusí, junto con la Alhambra.
La mezquita fue objeto de ampliaciones durante el Emirato y el Califato de Córdoba. Con 23.400 metros cuadrados, fue la segunda mezquita más grande del mundo en superficie, por detrás de la Mezquita de la Meca, siendo sólo alcanzada posteriormente por la Mezquita Azul (Estambul, 1588). Una de sus principales características es que a diferencia de la mayoría de mezquitas, cuando fue construido el muro de la quibla no fue orientado hacia La Meca, sino 51º grados más hacia el sur, uno de los motivos fue su cercanía al río Guadalquivir, que impidió su avance hacia el sur, lo cual la incapacita para una posible oración o salat musulmán, uno de los cinco pilares del islam.
La puerta de Las Palmas da acceso a la mezquita: hay un bosque de 1.300 columnas de mármol, jaspe y granito sobre las que se apoyan trescientos sesenta y cinco arcos de herradura bicolores. El mihrab, lugar santo que señala la dirección Sur y no la de La Meca, de acuerdo con la voluntad de Abderramán (hacia el río porque le llevaba hasta su Damasco natal), es un joyel de mármol, estuco y mosaicos bizantinos brillantemente coloreados sobre fondo de oro y bronce, además de cobre y plata.
En el Lucernario se conservan los arcos lobulados de los muros y la cúpula. En la cabecera destacan los arcos, los mosaicos del muro y la estructura y decoración de las cúpulas a base de arcos cruzados.
Los materiales utilizados son de acarreo: fustes de columnas y capiteles procedentes de construcciones y épocas anteriores (romanos y visigodos), sobre los cuales se elevan pilares rectangulares de sillería que dotan de más altura al conjunto. Para darle estabilidad a este alzado se recurre a dobles arcos, de los cuales el inferior, de herradura, hace funciones de apoyo, mientras que el superior, de medio punto, es el que soporta la cubierta. Este sistema, además de la alternancia cromática y material de las dovelas, rojas de ladrillo, amarillentas las de caliza, parece estar inspirado en el acueducto romano de Los Milagros (Mérida).
Mi primer recuerdo de la Mezquita de Córdoba es de cuando íbamos a “ESTVDIO”, la librería–papelería más antigua, la mejor y la única que tenía de todo. Allí comprábamos láminas con fotografías de obras de arte para confeccionar nuestros álbumes. Venían en bolsas numeradas y en cada bolsa encontrábamos un montón de fotografías de arte romano, arte griego, bizantino, románico, etc.… Pero algunas de las bolsas tenían dibujadas las columnas y los arcos de la Mezquita. Cuando llegamos al arte árabe, dentro de la bolsa había más fotografías, y en casa había postales de Córdoba y Granada, mi álbum quedó genial. Pero a través de las fotografías se vislumbraba que aquello era mucho más grande, además de que lo ponía en el libro, claro. Pero Córdoba quedaba tan lejos…Alguna hermana mayor, o primo, habían ido de viaje de novios a Andalucía, bueno, a lo mejor era cuestión de esperar a casarse ¿no? O lo que nunca imaginé, que la vida decidiera otra cosa para mí…. Un destino laboral, o algo….
Acababa de descubrir que Córdoba quedaba a menos de una hora cuando una amiga decidió venir a visitarme. Bueno, qué emoción, venía mi amiga, había que celebrarlo, y qué mejor forma que sacar unos billetes a Córdoba. No sé lo que pudieron costar aquellos billetes, ni nos importó, la verdad. Subimos al AVE entusiasmadas, la primera vez que viajábamos en un tren que iba como las balas. Y nos dieron de desayunar, bueno, qué acontecimiento. Aquello significaba que llegaríamos antes a la Mezquita. Porque el objetivo era la Mezquita. Todos las tardes de estudio que nos habíamos pasado pegadas al libro de Arte estudiando las columnas galgo, los arcos de herradura, los arcos lobulados, el pan de oro, la decoración vegetal, las celosías y los mocárabes,…. Todas las fotografías de arcos en rojo y blanco, de columnas de granito y mármol, todos los Abderramanes, la eterna pregunta de dónde está la Meca… todo ello iba a ser respondido en apenas dos horas,  Ni siquiera recuerdo el camino desde la estación, mi recuerdo es estar ante unos muros sin ninguna ornamentación y la entrada a un patio, el patio de los naranjos o las Abluciones, ¡qué olor….a primavera! Y un hombre que se dirigía a nosotras: “Niñas, niñas, ¿queréis entrar a la Mezquita?” “Pues mire, sí, a eso venimos”. “Es que si entráis ahora, os ahorráis 700 pesetas, es la hora de culto….” Vaya, se me había olvidado que aquello era la Catedral….
Respirando hondo y con decisión, dimos el paso, entramos y ¡ooooooohhhhhhh! ¡Pero si esto es un bosque! Filas y filas de columnas, arcos que se extendían hacia el infinito (bueno, casi, aquello tendría un final). Empezamos a caminar entre aquellos “árboles”, buscando, buscando no sabíamos muy bien qué, bueno, sí, había que encontrar la quibla. Mi amiga buscaba las capillas y el altar mayor, porque ella sí que se acordaba de que la Catedral estaba allí. Al poco de nuestra búsqueda, lo vimos. Detrás de una reja, estaba el muro orientado hacia la Meca, que luego me enteré de que anda un poco desviado. Mira, le dije a mi amiga, esto es la quibla, y ese hueco debe de ser el mihrab. Estaba oscuro y apenas se distinguía la decoración, mi amiga no se acordaba, le tuve que explicar lo de la oración cinco veces al día, el muro orientado a la Meca, la habitación más rica del edificio dedicada a albergar el libro sagrado, vaya, que parecía musulmana al lado de ella. Yo me agarré a la reja intentando distinguir el mayor número de detalles posible, llegó un grupo de turistas, y abrieron la puerta, claro, nosotras no éramos del grupo, no sé si por las 700 pesetas o por otras razones. ¡Y se hizo la luz! Aquello empezó a brillar, y mi cuerpo se sacudió como si la corriente me hubiera atravesado antes de llegar a las bombillas. Me vi desde fuera de mí misma, agarrada a la reja, llorando y sin oír a mi amiga que me preguntaba qué me pasaba. Una emoción indescriptible, un sentimiento desconocido, unas lágrimas que me avergonzaban,…Estaba sufriendo EL SÍNDROME DE STENDHAL.
¿Qué me importa que con el paso de los siglos discutamos si la Mezquita debería volver a su culto musulmán, si fue un disparate levantar una Catedral en semejante maravilla arquitectónica, si donde las dan las toman, ya que en su origen era una iglesia visigótica? ¿Qué significa todo esto cuando su quibla decorada con oro, cobre, con miles de piezas brillantes y policromadas fue capaz de provocar en mí semejante reacción? Quizá soy descendiente de alguno de los arquitectos que tomaron parte en la construcción de la Mezquita, quizá en otra vida fui miembro de alguna familia árabe con inquietudes artísticas, o quizá simplemente fui de la familia de las urracas (que dicen que se sienten atraídas por los objetos brillantes).