martes, 29 de enero de 2013

RECUERDO DE D´ARTAGNAN

Hace unos días escuché la noticia: tras unos complicados estudios comparativos entre el ADN de una cabeza y un pañuelo ensangrentado, se confirma que Luis XIV fue hijo legítimo de Luis XIII y no del cardenal Mazarino, como se especulaba desde entonces….
¿¿¿¿…???? El primer flash en mi mente fue: ¿Así que no era hijo de D´Artagnan?
Hombre, no, que eso es una película, ¡que eso era en “La máscara de hierro”!...
Y así llegaron los recuerdos. Aquellas tardes en las que en televisión aparecía una señora bordando en un convento y que llegaba otra, que me acuerdo que se llamaba Milady, y la envenenaba. Que era difícil de entender, porque esa señora, que yo supiese, se había pasado las tardes (bueno, los capítulos de la novela de televisión) bordando. ¿Y la envenenó porque bordaba? Vaya lío, la una que bordaba, la reina que perdía las joyas, el rey que andaba por allí con uno que era malísimo y que le chivaba lo que hacía la reina, y D’Artagnan, allí también venga a sacar la espada…. y venga duelos, y venga a viajar…
Pues nada, que no me enteraba, claro, pero tampoco me interesaba mucho, la verdad… porque como no terminaron casándose….
Mi hermano me planteó la gran pregunta: ¿No sabías que los tres mosqueteros eran cuatro? Pues no, no lo sabía, ¿no ves que soy pequeña?      
… Y un libro en la estantería, encuadernado en tela roja con letras doradas: “Los tres mosquetero”. ¡Jolín, que son muchas hojas y tiene la letra pequeña, y muy pocos dibujos, esto es de mayores!  Sí, de mayores, pero es que esos tres mosqueteros debían de ser muy famosos, porque había películas, y yo crecía, y leía mis cuentos, y los cuentos cada vez tenían la letra más pequeña y menos dibujos, y más hojas… Y cuando jugábamos niños y niñas, resulta que hacíamos de mosqueteros, y D’Artagnan era el más…. y éramos todos para uno y uno para todos…
Así que me armé de valor y lo pregunté: ¿Puedo leer ya “Los tres mosqueteros”? Claro, si no te aburres…
¿Pero cómo me voy a aburrir? Pero si aquello era un mundo por descubrir. Sí, claro, y el primer descubrimiento fue la primera decepción, ¡¡¡D’Artagnan no era mosquetero!!! Y si no era mosquetero, ya cuadraban las cuentas, ya eran tres, pero si D’Artagnan era el protagonista, ¿por qué se llamaba el libro de los tres mosqueteros? Si es que hay algunos que no se enteran…y ponen títulos a los libros sin ton ni son.
Aún así,  viví las aventuras de Athos, Porthos y Aramis, con sus criados, conocí al señor de Treville, al malísimo cardenal Richellieu, que ejercía su poder sobre el rey Luis XII y que odiaba a la reina Ana; a Milady de Winter, mala y vengativa donde las haya; al duque de Buckingham, que tenía un joyero estupendo (que en unas horas copió un herrete que faltaba),…
Me paseé por el reino de Francia, conocí el parentesco entre reinos y supe por dónde nos llegaba lo de los Borbones. También di un paseo por la geografía, ya que en Francia había una región llamada Gascuña, que producía mosqueteros muy guapos y valientes (ja, ja)
         Por primera vez me encontré con “una mujer pública”, puf, y marcada con la flor de lis nada menos. Y al final del libro, supe también que tomar la justicia por tu mano conlleva un peso muy grande y que si lo haces, te acompañará el resto de tu vida.
Pero sobre todo, los tres mosqueteros me abrieron la puerta a los libros con muchas hojas, con letra pequeña y sin dibujos. Aprendí que esos libros también eran divertidos,
Y cuando, años después, alguien presume de que “me he leído El Quijote tres veces”, a mí no me da ni pizca de vergüenza decir que me he leído Los tres mosqueteros cinco veces. Porque gracias a los tres mosqueteros he podido leer El Quijote, La Celestina, La Regenta, Cumbres Borrascosas, Don Juan Tenorio, Los Pilares de la Tierra, Romeo y Julieta y tantas otras obras antiguas y modernas, cortas y largas, teatro y poesía, obras a las que me acerco sin ningún tipo de prejuicio ni limitación de tiempo, espacio tema, o extensión.