miércoles, 14 de septiembre de 2011

JOSE Mª RODERO Y CALÍGULA

José María Rodero Luján (Madrid, 26 de diciembre de 1922- 14 de mayo de 1991), ACTOR ESPAÑOL.
Sintió curiosidad por el mundo de la interpretación al enamorarse de una actriz. Tras presentarse a unas pruebas del Teatro Español, cambió sus estudios de ingeniería por los de Arte Dramático.
Ingresó en la Compañía de María Guerrero, y ya en la década de 1950 destacaba como uno de los activos más sólidos de los escenarios madrileños, con piezas como Plaza de Oriente, El landó de seis caballos , Soledad, Colombo, La casa de la noche , La herida luminosa , Yo traigo la lluvia, La Celestina o Elena Osorio. Tras triunfar con En la ardiente oscuridad, de Buero Vallejo, formó su propia compañía con la que ya por entonces era su esposa, la también actriz Elvira Quintilla. Decenas de montajes, en las décadas de 1960 y 1970, lo avalan como uno de los grandes actores españoles del siglo. Destacan Donde vas triste de ti, Una tal Dulcinea, El concierto de San Ovidio El caballero de las espuelas de oro, ¿Quién quiere una copla del Arcipreste de Hita?, Corona de amor y muerte, El tragaluz, Calígula, Luces de Bohemia, Los emigrados, Enrique IV, El hombre deshabitado, Historia de un caballo  o Las mocedades del Cid. A destacar, igualmente, sus participaciones a lo largo de varios años en el Festival de Teatro Clásico de Mérida, con obras como Calígula, Julio César y La cena del rey Baltasar
             Intervino en numerosas piezas en el espacio Estudio 1, La muerte de un viajante, Las Meninas, y sobre todo su recreación de Jurado nº 8 en la adaptación de Doce hombres sin piedad

Falleció en Madrid el 14 de mayo de 1991, cuando preparaba el estreno de Hazme de noche un cuento, del dramaturgo extremeño Jorge Márquez.
Cayo Julio César Augusto Germánico, (31 de agosto de 12 - 24 de enero de 41), también conocido como Cayo César o Calígula, fue emperador romano desde el 16 de marzo de 37 hasta su asesinato, el 24 de enero de 41. Fue el tercer emperador del Imperio romano y miembro de la dinastía Julio-Claudia, instituida por Augusto.
Era hijo de germánico, quien a su vez era hijo adoptivo del emperador Tiberio. Germánico es considerado como uno de los más grandes generales de la historia de Roma. La madre de Calígula era Agripina. De niño acompañó a su padre en sus expediciones militares por Germania, donde se calzaba con las cáligas de los legionarios, quienes le dieron el sobrenombre afectuoso de “Calígula” (“botitas”). Tras la celebración en Roma del triunfo de su padre, marchó con él a Oriente. Germánico murió durante su estancia en Antioquía, en el año 19. Después de enterrar a su padre, Calígula regresó con su madre y sus hermanos a Roma, donde la incomodidad que su presencia generaba en el emperador degeneró en una enemistad, causante probable de las extrañas muertes de una serie de parientes del futuro emperador entre los que se contaban dos de sus tíos. Sus relaciones con Tiberio parecieron mejorar cuando éste se trasladó a Capri y fue nombrado pontifex. A su muerte —el 16 de marzo de 37—, Tiberio ordenó que el Imperio debía ser gobernado de forma conjunta por Calígula y Tiberio Gemelo.
Tras deshacerse de Gemelo, el nuevo emperador tomó las riendas del Imperio. Su administración tuvo una época inicial marcada por una creciente prosperidad y una gestión impecable; no obstante, la grave enfermedad que atravesó el emperador marcó un punto de inflexión en su modo de reinar. A pesar de que una serie de errores en su administración derivaron en una crisis económica y en una hambruna, emprendió un conjunto de reformas públicas y urbanísticas que acabaron por vaciar el erario público.
 El 24 de enero de 41, fue asesinado por los ejecutores de una conspiración integrada por pretorianos y senadores, y liderados por su praefectus, Casio Querea.

Cuando durante el curso escolar no dabas un ruido, sacabas más que buenas notas y no habías tenido ni una falta de asistencia ni de puntualidad, si tus padres pedían permiso para que te fueras de vacaciones una semana antes, las monjas no ponían ningún problema. Bueno, también ayudaba que tenía diez años y con esa edad todavía no estábamos sujetos a los terribles exámenes finales, claro. Así que me “facturaron” hacia León con mis vestidos de verano, mi muñeca favorita y un nuevo corte de pelo.
Me esperaban las Ferias y Fiestas de San Juan y San Pedro, que yo no había vivido nunca. Cabalgatas, serpentinas, la Feria con sus “cacharritos” y algún helado. Ir “al Hípico” y adivinar con mis primos qué obstáculo era el más difícil de saltar, fuegos artificiales en el río,…Una de esas tardes de luz interminable, alguien dijo que había teatro en la Plaza Mayor. ¡Teatro! Eso que siempre veíamos por la tele los viernes, sí, eso mismo pero al aire libre… ¿Y cómo será eso? Pues allá que nos fuimos unos cuantos con alguna tía responsable y nuestra abuela común. ¿Quién trabaja?, se preguntaban los mayores, mientras los niños nos empezábamos a plantear por qué no había sillas para todos (en realidad no había sillas para nadie, todo el público estaba de pie). José María Rodero en “Calígula”. Vaya, a simple vista, sonaba aburrido, ese actor debía de ser “mayor” y ¿Calígula? Un emperador romano. Puffffffffff a ver si esto va a ser para “mayores”…. A ver si nos han traído con la excusa y es que quieren venir las tías….Bueno, ya no había remedio, teníamos un sitio muy cerca del escenario y aquello empezaba ya.
Salió a escena, efectivamente, “un señor mayor” (adivina a qué llamábamos mayor a los diez años) vestido de romano. Pero un romano vestido de gala, no de batalla, con su túnica y su toga. Había un espejo a un lado del escenario y nada más.
Empezó la representación y todo cambió. Aquel hombre nos transportó en menos de un minuto a la Roma Imperial, a las conjuras e intrigas, a las guerras y conquistas del Imperio, a la locura de un tirano demente. Aquel hombre ya no tenía edad, el escenario ya no estaba vacío, ya no estábamos de pie en la Plaza Mayor, estábamos en el Senado, en el Palatino, le acompañábamos al Circo. Incluso asistimos al nombramiento de su caballo como senador y a su propia proclamación como deidad. Comprendimos perfectamente que aquel Calígula era un extravagante, un pirado con todo el poder en sus manos, sentimos la opresión del pueblo romano, la impotencia del Senado, llegamos a la conclusión de que el que tanto había conspirado y atentado contra su propia familia y todo aquel que no le convenía, tendría un final poco digno.
Por supuesto que de aquella cuadrilla de primos, alguno se cansó y se aburrió, éramos una pandilla demasiado joven, pero os aseguro que yo no fui la única que volvió a casa con ganas de saber más de los tiempos dorados de Roma y con la esperanza de encontrar a José María Rodero en otro Estudio 1, o a otros como él que nos hicieran sentir aquello que durante dos horas sentimos estando de pie en la Plaza Mayor.
Aunque en las enciclopedias nos digan que “El teatro (del griego θέατρον theatrón 'lugar para contemplar') es la rama del arte escénico relacionada con la actuación, que representa historias frente a una audiencia usando una combinación de discurso, gestos, escenografía, música, sonido y espectáculo...”, aquel día comprendimos que el teatro es mucho más. Efectivamente, es un arte, un Arte con muchas mayúsculas, un Arte en el que intervienen muchas piezas. Primero, un autor, alguien que escriba una historia, ficticia o basada en hechos reales. Después, unos actores que cuenten la historia con los matices que la ha concebido el autor. Y  después un público, unos espectadores que a través del actor y los medios que éste utilice, se sientan partícipes y hasta protagonistas de esa historia, que se la crean, que la vivan, que olviden todo lo demás durante la representación,… que se vayan a sus casas plenos de experiencias y sensaciones. Eso es para mí el TEATRO gracias a José María Rodero y su interpretación de Calígula en la Plaza Mayor de León una tarde de junio.