lunes, 12 de mayo de 2014

RECUERDO DE UN DESRECUERDO



¿Desde cuándo tenemos memoria? ¿Hasta dónde llegan nuestros recuerdos? ¿Seleccionamos lo que queremos recordar?  ¿Guardamos lo importante? ¿Olvidamos lo doloroso? ¿Borramos lo insignificante? ¿Qué criterio sigue nuestra mente?

Mi amigo Juan, se queja amargamente de que aún no he tenido un recuerdo para él. Yo siempre le contesto lo mismo, mis recuerdos surgen cuando quieren y como quieren al hilo de cualquier anécdota diaria sea importante o no, mía o de otro,…

El viernes, el sábado, o el jueves, ¿o qué día fue? Asistí al último estreno de mi amigo Juan: “Tulipanes de abril”.  ¿El tema?,… no sé,… ¿el Alzheimer? ¿O la historia de una vida? ¿O el resultado de un amor? ¿El final del camino? ¿El recuerdo de alguien que te olvidó?

Si te paras a  pensar en esta enfermedad, llegas a la conclusión de que en los principios del siglo XXI aún no tiene cura, sale ganadora en todas las batalles que emprende. Te escoge porque quiere y puede, Es una enfermedad cruel que te va borrando toda tu mente, tus vivencias, tus conocimientos, tus amores, tus desamores, tus alegrías y tus penas. Te va reseteando a la velocidad que quiere y elimina tus archivos en el orden que ella decide hasta que tu cuerpo se olvida de vivir.

“Tulipanes de abril” te hace  pensar,… esto le puede pasar a cualquiera, sí, a mí también. Y entonces, te vienen a la mente los clásicos: no dejes para mañana  lo que puedas hacer hoy, tempus fugit, carpe diem, llena el minuto de sesenta segundos que te lleven al cielo Te entran ganas de atrapar todas las rosas no sólo porque mañana estarán marchitas, sino porque quizás mañana ni siquiera recuerdes lo que es una rosa.

Por eso hoy quiero recordar una tarde-noche de un día cualquiera, una tarde-noche en que disfruté de minutos rebosantes de segundos que me llevaron al cielo,

Y quiero escribir  las rosas que cogí, guardar la fotografía de lo que hablamos  reímos  y compartimos Pilar, Angélica, Clara, Olga, Laura, Rubén, Paco, Mariano, Cere, Pepe y Juan, claro, porque el artífice de esos tulipanes fue Juan.

Gracias; Juan, por  manejar los tulipanes de abril, para que yo recuerde los pequeños momentos antes de que llegue el “desrecuerdo”. Y  por recordarme que  no olvide que “Todo lo que hemos sembrado en nuestra vida nos guía hasta el final del camino como luz en la oscuridad” (frase de Juan Martín)