martes, 24 de noviembre de 2015

REFLEXIONES


Se acerca el día, ha tardado, pero en el fondo todos sabíamos que llegaría (bueno, siempre hay gente que pasa de todas estas cosas…). Miro hacia atrás y creo que llevo gran parte de mi vida preparándome para este día. Todo cambiará, se cerrará una etapa y se abrirá otra, distinta, sí, pero creo que mejor, mi creencia es que será mejor, ascenderé a un nivel superior.

Ese día seré la protagonista. Todos me mimarán, el día estará dedicado a mí. Mal que les pese a los demás, yo seré la estrella y brillaré con todo mi esplendor durante unas horas. Lástima que mi familia no pueda estar presente, diversas obligaciones y la distancia lo harán imposible. Pero tengo otra familia, la que me ha arropado hará los honores, la que se preocupa por mí, por mi bienestar, la que estará presente en mi gran día. Todos nos arreglaremos, como siempre unos más que otros, cada uno me hará su regalo especial, aunque también habrá quien se escaquee y sólo nos honre con su presencia. Yo vestiré mis mejores galas, no puedo defraudar, es mi despedida y quiero presentar mi mejor imagen y que todos conozcan mi verdadero interior.

Quiero dejar un buen recuerdo, el mejor, que durante décadas sólo se hable de mi día… Pero tengo que ser realista, la vida es efímera. El recuerdo seguirá presente hasta la próxima celebración. Y todos sabemos que la raza humana es muy dada a celebraciones. Sé que mi recuerdo se irá difuminando, quedarán fotos, sí, pero esas fotos estarán almacenadas junto a otras muchas. Aunque me conformo, nunca pretendí más. Mi vida aquí ha sido feliz y sé que he cumplido mi misión.

Saludos a todos y feliz Navidad.

 

                                               Fdo. La pava de Navidad

viernes, 20 de noviembre de 2015

HACE SIETE AÑOS



Mucho hablamos de que las redes sociales no sustituyen el contacto persona-persona, que estamos dejando ir la vida real hacia la vida virtual.
La red social me dice “la soledad es hermosa cuando tienes a quién decírselo”…. Recuerdo una tarde en que no tenía a quién decírselo, una tarde tras una mañana de otras muchas en que aquello no tenía nada de hermoso, Y recuerdo que por casualidad (o no) unas manos desconocidas (estaban “en la red”) se abrieron hacia mí y me explicaron que aunque aquello no era hermoso, podía cambiar de tonalidad  por un rato si yo quería. Las manos pasaron un momento a mi lado y dijeron ¿te vienes?
Ese “¿te vienes?” sólo era eso, no quería decir más de lo que decía. Ni planes, ni promesas, ni soluciones, un “ahora” y “ya”. Tras aceptar el ahora y ya, vinieron más ahoras, sin agobios, sin presiones, sin forzar, únicamente yas oportunos, más ahoras para disfrutar y compartir.
Y la red social que de vez en cuando me recuerda que“cuando menos te lo esperas, va la vida y te sorprende”, ha venido a sorprendernos. Ha venido a darnos un dato que no encontrábamos.
Dando vueltas a un plato de arroz mildelicias y a una bola de helado no sabíamos desde cuándo éramos amigos. “Por lo menos seis años, sí, sí, por lo menos…” Y ayer va la red social y nos sorprende, HACE SIETE AÑOS QUE SOIS AMIGOS.


Y ahora nos toca los agradecimientos, agradecer a la red social que nos abra las relaciones virtuales, que nos guarde datos y que en definitiva, nos preste un apoyo técnico.
Pero también decirle a la red social, que nunca suplirá el contacto persona-persona, que nunca suplirá una conversación junto a un arroz mildelicias, que aunque nos lleve la agenda de eventos, nunca conseguirá ser un evento por sí sola.
Y advertirnos a todos, que la red social nunca, nunca, nunca hará nada por nosotros si nosotros no tenemos intención y voluntad de hacerlo.

(Por cierto, Juan Martín, que si fecebook dice siete años, va a ser que en total son unos ocho los que hace que nos conocemos) Jajajaja

lunes, 28 de septiembre de 2015

ZAPATILLAS CRIMINALES



¿Qué se siente la segunda vez que te cierran el gimnasio?
Recuerdo la primera vez, un trauma, una desgracia, un cataclismo, un desamparo, depresión, lágrimas,.. Me duró apenas dos semanas, lo que tardé en encontrar otro lugar en el que sentirme aún mejor. Peeeeero, ¡me lo han cerrado! El cierre inicial es por dos meses, así que el sentimiento no puede ser el mismo que la primera vez, nada de traumas, ni desgracias,… simplemente ¿a qué me dedico estos dos meses? Tras dos minutos de profunda reflexión, he decidido salir a caminar, sí, lo más fácil y barato que he encontrado.
Hoy ha sido mi primer día, mi primera tarde de “andarina”. Repaso en la puerta: ¿equipo deportivo? Completo, lo tengo desde siempre, no necesito nada especial. ¿Gorra y gafas de sol? Lo tengo. ¿Radio para distraerme? La tengo. Llaves, móvil, y cinco euros de “por si acaso”. Bajo a la calle, un lado, otro, ¿por dónde voy? Por aquí...


A los diez minutos, uy, que parece que el calcetín,… no sé,… ¿Que me están rozando las zapatillas? Vale, tranquilidad, solución de emergencias,… un pañuelito de papel en cada pie,… vale, ya… Puf, menos mal que traigo pañuelos.
A los diez minutos,… que  no, que estas zapatillas siguen rozando,… ¡Mira, Mercadona! ¡Menos mal que traigo cinco euros para emergencias! Entro en Mercadona, busco,… ¿tiritas sport? Estas tienen que ser buenas. La cara del cajero, un poema. No, poema no, era prosa: “aquí la Mari, que no ha hecho deporte en su vida y se sale con las zapatillas nuevas a andar y está que no llega” Y yo con cara de “no te creas, que no son nuevas, que llevan muchos años conmigo, que es que ha sido una emergencia. Bueno, vale, que sí, que no salgo nunca a andar ¿qué pasa?”
Pues pasa que no tuve bastante con una, que me tuve que poner tres, que las tiritas sport son de mentirijillas, que no las compréis. Conseguí andar casi una hora más, y decidí ya volverme para casa. Feliz porque mis zapatillas no habían podido conmigo, satisfecha de mi ritmo andarín, ¡objetivo conseguido!


Pues, no, mis zapatillas empezaron a romper las maravillosas tiritas sport, las rozaduras pasaron a ser heridas, me quedaban diez minutos para llegar a casa, lo voy a conseguir, estoy a punto,… ¿Qué pasa en mis pies ahora? ¿Qué me está quemando? ¡Ampollas! Cinco minutos más y llego, ya casi, ya veo el portal, ¿por qué he decidido salir hoy, si yo estaba viendo la tele? Ya llego, ya casi estoy,.. ¿Y esa luz? ¡Lo conseguí! He conseguido llegar a casa justo cuando estallaba la tormenta.
Resumen:
-        Equipo deportivo, 0€
-        Equipo protector solar, 0€
-        Caja de tiritas sport, 1,25€
-        Cara del cajero de Mercadona, para recordarla
-        Coste podológico, cuatro heridas y dos ampollas
-        Tiempo de curación estimado, 3 días
-        Estado de las zapatillas, como si esto no fuera con ellas (¡criminales asesinas encubiertas!)
Lección aprendida: ¿Para qué te metes a hacer cosas que tus pies no quieren y tus zapatillas no acostumbran? ¡O cambias de pies o tiras las zapatillas! Y a ver, ¿a quién se le ha ocurrido cerrar el gimnasio? Mañana me voy al Ayuntamiento a que me indemnicen por daños y heridas… porque aquí la Administración tenía que tener previstas las consecuencias de estos cierres catastróficos, ¿o no? 


martes, 9 de junio de 2015

RECUERDOS DE UN GLOBO



Alguien tenía que hacer un trabajo sobre un cuento de Gloria Fuertes, no pude ayudarle. Mis recuerdos de Gloria Fuertes no son tan románticos como deberían. Aunque sí recordé inmediatamente mi programa infantil (no el preferido, sino el único que había entonces): Un globo, dos globos, tres globos. Sí, la letra era de Gloria Fuertes, sí, ella colaboraba en el programa, contaba cuentos recitaba poesías,… Pero no era eso lo que llenó mi recuerdo. No, ¡los globos!  ”La luna es un globo que se me escapó”, “la tierra es un globo donde vivo yo”,…  ¿“Cinco semanas en globo”? o ¿“la vuelta al mundo en 80 días”? Recuerdo cuando intenté leer “Cinco semanas en globo”,… sólo tuve el libro en mis manos una hora, la madre no me dejó cogerlo a la semana siguiente en la biblioteca: no tenéis que coger el mismo cuento siempre, tenéis que variar. A ver, madre, no lo entiendo, ¿no puedo repetir libro aunque no lo haya terminado? ¿Tengo que elegir leer cosas que pueda acabar en una hora? ¡Viva el fomento de la lectura! (… de revistas y tebeos, claro) 
Ya más mayor, un ejercicio en Inglés. Tenemos en un globo a Ronald Reagan (entonces presidente de los Estados Unidos, ya no era el sheriff de las pelis de los sábados), al Papa Juan Pablo II y a Miguel Bosé,… el globo pierde altura, se  va a estrellar,… hay que “soltar lastre”, ¿a quién tiramos? Anda, seño, ¡pues a Reagan!... Pero seguimos bajando, ¿a quién ahora? Puf, seño, ahora que somos “Totus Tuos”,… ¡no vale! ¡Porque Miguel Bosé está buenísimo! 


¡Y llegué a Capadocia! ¿Quién se apunta a la excursión en globo? Yo, claro. Tuve que sospechar algo cuando a las tres de la mañana empezó la aventura sin nuestro guía habitual,… ¿Bairán no viene? Ejem,…. Los globos empezaron a inflarse en la gran explanada, un espectáculo maravilloso, aún en la noche, iban tomando cuerpo,… colores, dibujos,… A ver el grupo 17… usted por aquí, usted aquí,… cuatro aquí,.. No usted en este lado,  Oiga, que mire, que aquí tengo a un compi de ladodecesta que mide dos metros por 130 kilos de peso,.. Que no sé yo,… que no sé ni cómo pude meterme en la cesta,… que ya empieza a amanecer,… ¡¡¡qué bonito!!! Ah, sí, que tenemos órdenes estrictas de obedecer al capitán, vaya in english, puf.
Mientras contemplaba aquel impresionante paisaje, aquel maravilloso amanecer,… no pude evitar recordar,… si ahora necesitamos “soltar lastre”,… de los 34 que vamos, ¿quién “se baja” el primero? Problemas, Owama no viene en este globo, podría, pero, no. Papa Benedicto, me da que tampoco ha subido, no lo veo. Pues oiga, mire, que talmente que yo soy como si fuera Miguel Bosé, (bueno, yo y mi amiga, claro, Migueles Bosés a bordo). Gracias a Dios y al capitán-comandante-piloto, el aterrizaje fue perfecto. Claro, perfecto, pero,… “please, down, down”. Que nos tuvimos que agachar y agarrar a las cuerdas, y esperar,… ¿esperar, qué? Aquel “hola-hello-hi” de los empleados de la compañía globera sonó a música celestial. ¡Ay! ¿Pero que cómo salgo yo de aquí? Para entrar en la cesta lo tuve mal, difícil, pero conseguí escalar y saltar al interior, ¿pero cómo salir?  Realmente, no me acuerdo, intuyo que el compi de dos metros por 130 kilos me cogió en brazos después de que yo consiguiera escalar, pero no saltar al exterior,… anda, que si lo llego a “soltar de lastre”,…
Con el subidón de adrenalina a cuestas, brindé con champán de manzana que no era sidra ni parecido, me saqué fotos con mis compis de vuelo y con el equipo globero, recogí mi diploma de globonauta, y llegué al hotel a las ocho de la mañana deseando desayunar y empezar mi día de excursión.
¿Qué aprendí? Pues no sé. Recorrí un paisaje único en el mundo, contemplé un amanecer inolvidable, di gracias a mi Creador por todo ello. Y sentí una vez más lo generosa que es la Naturaleza con ese ser débil, insignificante y pequeño que para ella es el hombre. Aunque, claro, el hombre sea a su vez el ser más engreído y pagado de sí mismo que pulula por la Naturaleza creyendo que es el sheriff.



jueves, 5 de febrero de 2015

RECUERDO DE LA SEGUNDA VEZ



 Recuerdo cuando empecé a ir al cole. Me habían dicho  que  allí iba a aprender cosas, y mamá me preguntó, ¿qué habéis aprendido hoy? Hoy hemos aprendido a hace  palotes,… ¿palotes? Ni idea… Resulta que según la madre, con los palotes se aprendía a hacer letras… bueno, eso había que verlo, a ver cómo es capaz ésta de sacar la “g” de un palote (en el cole se aprenden cosas, ¿no?)
Y luego estaba lo de las cartillas. Teníamos que ir donde la madre cuando nos llamaba con una cartilla. Vaya lío, ¿qué cartilla había que coger? A ver, había una con una “o”, luego otras con el 1, el 2,… el 3,…  y los cuentos de José Manuel, porque José Manuel leía cuentos, pero los demás no.
Y me llamaba la madre, y venga cartillas, qué rollo, más aburridas………….. La 4 un rollo, pero anda que la 1,.. Y la de la “o”, la peor, aunque la que más dibujos tenía… era la que más me gustaba, pero es que ya no me dejaba cogerla,…
A ver, ¿tú por qué cartilla vas? Me preguntó la madre. Pues no sé, ¿es que tengo que ir por una? (esto segundo no lo dije, me lo pensé) Y muy seria va y me dice que le lleve mi cartilla de casa. ¡Qué pesada, y menudo problema! Se lo dije a mamá y de entre todos mis cuentos sacamos una cartilla de cuando mi hermano era pequeño, ¡Mamá, esta no me vale! ¡No tiene número! ¡Pues le dices a la madre que no tienes otra! ¡Y además, la llevas toda pintarrajeada! Ah, vale, que ahora tenía yo la culpa de que me hubieran dejado pintarrajearla con las letras, con monigotes, con casitas y con soles,… Y la madre que seguía de pesada…, Bueno, pero ¿tú qué lees? Vaya, si ya sabía yo que esta cartilla no valía… Pues, madre, mis cuentos, caperucita, el patito feo, blancanieves, el gato con botas, Juan sin miedo, bellaflor, la historia sagrada para niños,… y del periódico sólo me leo lo de la tele, para ver si ponen los payasos.
¡¡¡¿que lees el periódico?!!!
Ayer abrí el libro que estoy leyendo, y recordé esta segunda vez que intentaron enseñarme a leer, porque, claro, resultó que yo ya sabía.
Es curioso, como utilizamos las expresiones primera y segunda vez. La primera vez suele ser la que se recuerda, la que deja huella: la primera vez que me besaron, la primera vez que vi el mar, la primera vez que subí a un avión,… Y la segunda vez la asociamos a una mala primera vez: tuve una segunda oportunidad, nací por segunda vez, nos encontramos por segunda vez,…
Yo no recuerdo la primera vez que aprendí a leer. Recuerdo quién me enseñó. Mi vecina Mª Ángeles. Mamá me hacía las coletas, me ponía mi faldita con pompones y me “pasaba” con Mª Ángeles. Y recuerdo a Jaime, afanado con sus cuentas, y a Juana Mari, completamente absorta en sus bocadillos y recuerdo poner mi nombre en todos los papeles que pillaba, y lo bien que lo pasábamos los tres, y absolutamente nada más…


¿Alguien se acuerda de cuando nació? ¿De cuándo aprendió a respirar? Pues mi aprendizaje de las letras y de cómo juntarlas debió de ser parecido. Siento que fue algo natural y progresivo, sin presiones, tranquilo, un camino dulce y atractivo,… un camino mostrado por aquella maestra que vivía en la puerta de al lado. Una persona que estuvo en mi vida apenas dos años y que me hizo el regalo más importante y más preciado de todos los que me han hecho en mi vida. Sin que me diera cuenta, me llevó de la mano hacia las letras y me enseñó cómo juntarlas. Mª Ángeles puso los cimientos sin dañar el terreno, con suavidad y dulzura, todo lo demás vino después. Llegaron las madres y las seños, y los profes. Buenos arquitectos (casi todos) que fueron ayudando a construir. Pero todo se construyó sobre aquellos cimientos que tengo tan profundos, que no conseguiré nunca recordar cuándo se pusieron. Y todo gracias a nuestra vecina, ¡Gracias, Mª Ángeles!