domingo, 17 de noviembre de 2013

RECUERDOS DE UNA HOJA DE CÁLCULO


          ¿Por qué cada vez que veo escrita la palabra Excel viene a mi mente un mapa de África? ¿Y por qué soy incapaz de entender las funciones de Excel?
Cuando acabábamos de obtener nuestra Licenciatura, todavía creíamos a pies juntillas que nos íbamos a comer el mundo por los pies y creíamos que lo sabíamos todo. Cuando nos acabábamos de apuntar al paro creyendo que aquello no era más que un trámite; cuando éramos capaces de meter la cabeza en cualquier empresa… Cuando creíamos que éramos los mejores… en nuestra vida apareció LA INFORMÁTICA.  
          Me vi “matriculada forzosa” en un curso de organización de empresas o algo parecido… no sé. Por entonces mi cabeza estaba aterrizando en varios temarios de oposiciones, y sin saber cómo ni por qué, tuve que acampar durante un mes en la Escuela de Caminos. Sí, acampar, porque en mi casa solo me veían diez minutos a la hora de comer y otros diez minutos cuando llegaba arrastrándome por la noche hacia mi camita. ¡Vaya paliza que nos metieron! ¡Como para enterarme del título del curso! Un lunes (es que el curso se dividía en unidades semanales) apareció un profe “realmente” desagradable acompañado de su asistente, el Sr. Davis, muy trajeado, cargando con un ordenador y asintiendo a todo lo que el desagradable le ordenaba. La cosa se puso bastante cruda ya desde el principio: nada más llegar y sin anestesia, nos soltó que para él el gran descubrimiento del siglo XX habían sido los diodos luminiscentes, oye, que me lo apunté (nunca se sabe si luego lo puedes utilizar al escribir un recuerdo). Había que hacer ejercicios prácticos,… gráficos con una hoja de cálculo. Vamos, que yo no había visto un ordenador en mi vida y el desagradable pretendía que hiciera un grafico. Oiga, que yo no sé dónde se enciende esto, que no sé lo que quiere decir “intro” si pone “enter” y mire que somos cuarenta y ocho a hacer el grafico. Por supuesto que el grafico nos lo hizo el señor Davis, porque en diez minutos, por lo menos yo, no supe lo que significaba meter datos en una celda y menos aun entender lo que eran funciones, rangos, ni gráficos de barras ni de quesito. Mire, que sí, que me he licenciado, pero que lo que es un ordenador, no lo he visto nunca, no sé informática. El señor Davis se apiadó de nosotros, nos hizo los gráficos, y nos enseñó algunas cosas divertidas en el ordenador. Entre ellas, nos dibujó un mapa de África con las caras que salían en el video de “Give me hope Johanna”, que era el éxito de entonces, y aquello fue lo único agradable que recuerdo de la “semana horribilis”.
          Bueno, con el tiempo, ya supe que aquello era un programa que se llamaba Lotus 123, que servía para hacer hojas de cálculo, que las hojas de cálculo eran muy útiles para manejar datos,…  Después empecé a trabajar, y llegaron los ordenadores, y eso de que “tu ordenador debe ser tu herramienta de trabajo y lo debes conocer y manejar como tu bolígrafo”. Anda ya, que va a ser lo mismo mi bic, que este trasto. Cuando yo quise empezar a querer manejar una hoja de cálculo, aquello ya no era el Lotus 123, era Excel y me fui de curso con mi bic. A los   diez minutos de empezar el curso, en mi mente se había instalado el mapa de África y un gráfico en forma de quesito. Una semana de lunes a viernes, cinco horas al día que no me llegaban y me hacía los ejercicios por las tardes, total veinticinco horas oficiales mas las que eché en mi casa que para entonces yo ya tenía un portátil (como cambian los tiempos). Y yo con un catarro…….  venga a ver mapas de África, y un profe de Excel igual de desagradable que aquel que iba con el señor Davis. Y  venga funciones y punto y coma y dos puntos y paréntesis dentro de paréntesis, y llegar a casa e intentar entenderlo, y soñar con los diodos luminiscentes dentro de corchetes separados por comas y ¿para qué tengo yo que saber calcular la letra del nif con una fórmula,….?
          Ah, ¿qué creéis? ¿Que abandoné? ¿Acaso la cárcel pudo con Nelson Mandela? (que también lo veía yo cuando soñaba con los diodos africanos y los paréntesis bailando con los dos puntos mientras el punto y coma se tomaba una función de promedio). Pues no, entregué mis ejercicios a tiempo, hice mi prueba final, (copiando, claro), conseguí mi título, y me he repetido, al menos dos veces más, mi curso de Excel nivel básico. Aunque en modalidad on-line, a mi ritmo y sin pedantes mirando por encima de mi hombro si me falta un paréntesis. Y he aprendido cosas, no mucho, pero puedo manejar hojas de cálculo sin estropiciarlas, Y aún más, he podido completar un nuevo curso de Excel avanzado con las felicitaciones de mi profe virtual por el esfuerzo, ya que no por los conocimiento adquiridos, y estoy orgullosa, porque sé que soy capaz de esforzarme una y otra vez por aprender y entender cosas que me han superado más de una vez, porque soy capaz de no abandonar ante las dificultades, y porque no me importa repetir y repetir y preguntar y preguntar, Y a Dios pongo por testigo de que un día conseguiré entender las funciones de Excel, a pesar de los dichosos diodos luminiscentes y de los profes pedantes. Porque  si África sale del apartheid, yo también, con Johanna o sin ella,…