miércoles, 30 de marzo de 2011

JERASH

Jerash es una ciudad romana que hay en Jordania. No os cuento nada más por si otro día me da por escribir mi recuerdo
    
                                                                                              

jueves, 24 de marzo de 2011

RECUERDO DE TUTANKAMÓN


El arqueólogo Howard Carter halló la máscara funeraria de Tutankamón incrustada en el rostro de la momia del faraón al abrir en 1925 el sarcófago que contenía la tumba KV62 , del Valle de los Reyes en Egipto. La máscara representa el rostro idealizado del faraón llamado Tut-Anj-Amón, “imagen viva de Amón”, y está realizada en oro, obsidiana, turquesa, vidrio, lapislázuli, cuarzo y cornalina. Su altura es de 54 centímetros y pesa 11 kilogramos.

Los egipcios se distinguen entre todos los pueblos antiguos del Cercano Oriente por haber buscado desde un principio, deliberadamente, un canon ideal del cuerpo humano. En Egipto, el arte fue el reflejo intelectual de un mundo seguro de sí mismo. Una vez encontrado su canon, el egipcio lo mantuvo durante siglos, sin cambios sustanciales, y casi sin evolución.
Lo que se pretendía mediante la práctica de crear imágenes en soportes diversos era que aquellas representaciones participaran de la vida y fueran eternas. El arte egipcio fue, ante todo, una manifestación de la experiencia religiosa que supuso la vida para los habitantes del valle del Nilo.
En el Antiguo Egipto hubo una creencia firme en la eternidad y en la existencia eterna del hombre, de los animales y todos los seres animados e inanimados. Pensando en esa eternidad, levantaron construcciones arquitectónicas pétreas que sirvieron de tumbas o recintos funerarios y se realizaron recipientes del mismo material, considerado por ellos, inmutable y eterno.
            Por eso eran destinadas a ser eternas las imágenes realizadas sobre otros soportes. Escenas de pintura y las estatuas, como la de Tutankamón, se guardaban en los templos, en las tumbas y en capillas funerarias. De esta forma, servían para crear y mantener eternamente un mundo perfecto e inalterable, y prolongarse toda la eternidad.


-Mira, éste es Tutankamón-  me dijo mi hermano, señalando una foto en su “enciclopedia infantil y juvenil”.
A ver, espera, vamos por partes y despacio, que tengo seis años y tú catorce, ¿Tutankamón? - Un rey de Egipto y, mira todo esto es oro macizo con piedras preciosas.
Estaba viendo por primera  vez en mi vida la máscara funeraria de Tutankamón.
-Pero, ¿qué es una máscara funeraria?
- Pues con lo que se cubría a las momias.
- ¡Ah! Claro, ¿y qué es una momia?,
- pues es un muerto embalsamado  
- vaya……….. ¿Y para qué se embalsama a los muertos?
- para que se conserven incorruptos
Lo de “incorruptos” ya me iba sonando, eso era como se quedaban algunos santos cuando se morían. Pero ¿qué tenían que ver los santos con los reyes de Egipto? Y ¿dónde estaba Egipto?
Supongo que mi hermano se cansó de darme explicaciones o mamá nos llamó para comer. Probablemente fue lo segundo, porque recuerdo que muchísimos sábados, antes de comer, me cogía el libro y buscaba aquellas dos páginas maravillosas y misteriosas en las que venía una máscara de un rey con los ojos pintados como una chica y con una especie de “gorro” de rayas azules que no podía dejar de mirar.
Mis “trabajos de investigación” empezaron por leerme las dos páginas, en ellas conocí a Howard Carter y a Lord Carnarvon, el que financió las excavaciones. Supe que en el valle de los reyes estaban enterrados los faraones de Egipto. Lo de la tumba KV62 tardé más en entenderlo, primero tuve que aprender inglés y después relacionarlo con el King´s valley.  Después vinieron las películas de los sábados por la tarde que se desarrollaban en Egipto, “Tierra de faraones”, “Los Diez Mandamientos”, “Cleopatra”, las pelis de miedo como “la momia”, las de misterio como “muerte en el Nilo”, etc…
            En el colegio estudiábamos arte egipcio, las pirámides, las esculturas, los jeroglíficos, historia del Antiguo Egipto.
Pasé por las novelas de misterio en las que aprendí lo que era el natrón y los vasos canopes, libros sobre costumbres y vida cotidiana, “Sinuhé el egipcio”, el libro de Howard Carter contando el descubrimiento de la tumba,…”No digas que fue un sueño”, sobre Marco Antonio y Cleopatra,.. Me atrapó el estudio de la mitología egipcia: Ra, Horus, Osiris, Isis, Ptah, Anubis,…
Supe que Tutankamón perteneció a la Dinastía XVIII, y que reinó desde 1336 a 1327 a. de C. Que fue el último faraón de la Dinastía y durante su reinado devolvió a los sacerdotes de Amón la influencia y el poder que habían tenido antes de la revolución religiosa de Akenatón.  Y que sus decisiones estuvieron en manos de Ay, como administrador del reino y Horemheb al mando del ejército. No fue un faraón conocido ni notable en la época antigua. Y murió joven.
Por fin, el 15 de junio de 2004 (cumpleaños de mi hermano), allí estaba yo, entrando en el Museo de Arte Egipcio de El Cairo dispuesta a enfrentarme cara a cara con Él. Porque “era Él”, Tutankamón “en persona”, “en oro y lapislázuli”, majestuoso, reinando en su sala, protegido por una urna de cristal blindado, mostrando toda su grandeza, la grandeza del único faraón (por el momento) cuya tumba no fue saqueada, cuyos tesoros han llegado intactos treinta y cuatro siglos después de su muerte. El responsable de mi pasión por Egipto, el motivo por el que soñé y finalmente cumplí mi sueño de viajar a Egipto , el que me “enseñó” a mirar a las pirámides y a la esfinge como las muestras de una civilización poderosa y avanzada cuando el resto de la Humanidad estaba aún por despertar.
¿No fue un faraón conocido ni notable en la época antigua? No, no lo fue, su destino era llegar a nosotros en su barca solar y mostrar al mundo la grandeza del Antiguo Egipto.

jueves, 17 de marzo de 2011

JORGE MANRIQUE


Recuerde el alma dormida,         
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte           
tan callando

Las coplas por la muerte de su padre, de Jorge Manrique, Don Rodrigo Manrique, maestre de Santiago (1476). Este poema pertenece al género “elegía funeral”, “endecha” o “planto”, es un poema de duelo por la muerte de un personaje público o un ser querido. Se estructura en 40 coplas escritas en octosílabos  con versos de pie quebrado, en forma de doble sextilla de tercetos simétricos en los que a dos octosílabos sigue un verso corto o pie quebrado (8-8-4, 8-8-4, 8-8-4, 8-8-4; abc, abc, def, def).
Jorge Manrique pasa, desde la muerte como tema general, por las muertes de personajes ilustres para llegar a la del personaje principal, su padre. Filosofa sobre lo inestable de la fortuna, la fugacidad del tiempo y las ilusiones humanas, así como del poder igualatorio de la muerte.

La señorita América, a la que todas terminamos por llamar en algún momento África, era la profe de Literatura. Llegaba a clase, se sentaba, cruzaba las piernas y no callaba. Su voz sonaba como un chirrido, un loro acatarrado,… (a ver, ¿quién sabe cómo es un loro cuando se acatarra?) Eran las tres y media, la primera hora de la tarde, tocaba leer las Coplas de Jorge Manrique por la muerte de su padre.
Había que leer las coplas y comentarlas, claro, ¿cuántas hojas hay? Las conté, seguro que las conté, adopté una postura lo más “interesada” que pude, bueno, sólo tenemos una hora de clase, no puede ser muy duro. De repente el “loro” chilló: “¡¡¡Aurora!!!! que te veo” y fue mi ruina, me vi trasladada al pupitre que ocupaba Aurora, pegada a la pared, al lado opuesto de la ventana.
….. Y para mañana……”
¿Qué?, ¿Hemos pasado ya la hoja? Pero ¿por dónde va esta mujer? No podía ser,       ¡Me había dormido! Pero desde el principio hasta el final, No sé si fue la comida, que no recuerdo qué comí ese día, No estaba enferma, esa noche había dormido lo suficiente, ni siquiera recuerdo si era invierno o si llovía… Por supuesto que estudié a Jorge Manrique, que me aprendí la estructura de la copla manriqueña, analicé las estrofas que me pusieron en el examen, aprobé Literatura, Me aficioné a leer, me formé todo lo que pude… Pero las coplas por la muerte de su padre…, Ni siquiera sé cómo puedo recordar    
     
 Nuestras vidas son los ríos        
      que van a dar en la mar,
      que es el morir;
Cada cierto tiempo esta estrofa viene a mi mente y no puedo evitar una disculpa hacia Don Jorge Manrique por no haber podido apreciar nunca su obra. Siempre podré echarle la culpa a Aurora por revolver en el peor momento, o quizá la voz tan desagradable de la señorita América no acompañó a aquellos sentimientos funerarios, o quizá ese día estaba señalado para que yo no prestara atención, o quizá… no sé. Nunca he intentado volver a leerlas, ni siquiera ahora, que escribo sobre ello. Siempre me disculpo con Don Jorge, pero nunca le resarzo de mi falta de aprecio.
Lo curioso es que esta estrofa siempre estará unida en mi memoria a una de las poesías más bellas y más queridas por mí 
Caminante son tus huellas
el camino nada más;
caminante no hay camino
se hace camino al andar.
Al andar se hace camino
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante, no hay camino
sino estelas sobre el mar  


miércoles, 16 de marzo de 2011

EL ENTIERRO DEL SEÑOR DE ORGAZ

Doménikos Theotokópoulos, (Candia, 1541Toledo, 1614), conocido como el Greco  fue un pintor del final del Renacimiento que desarrolló un estilo muy personal en sus obras de madurez.
         Durante una primera época en Creta, fue maestro en la pintura de iconos de estilo postbizantino. A los 26 años  se trasladó a Italia, donde recibió de lleno la influencia renacentista de Tiziano y Tintoretto, así como el manierismo de Miguel Ángel. Finalmente, en 1577 se estableció definitivamente en Toledo donde desarrolló su estilo más personal con figuras extraordinariamente alargadas con iluminación propia, fantasmales, muy expresivas, en ambientes indefinidos y una gama de colores que busca los contrastes
EL ENTIERRO DEL SEÑOR DE ORGAZ es un óleo de 4,80 x 3,60 m pintado sobre tela y por encargo en 1586: '"En lo de más abajo... se ha de pintar una procesión de cómo el cura y los demás clérigos que estaban haciendo los oficios para enterrar a don Gonzalo de Ruiz de Toledo, Señor de la villa de Orgaz, y bajaron san Agustín y san Esteban a enterrar el cuerpo de este caballero, el uno teniéndole la cabeza y el otro los pies echándole en la sepultura y fingiendo alrededor mucha gente que estaba mirando y encima de todo esta se ha de hacer un cielo abierto de gloria..."


“Tenéis que compraros una libreta pequeña que quepa en el bolsillo del pantalón” .- dijo la señorita Matilde en clase de Sociales. Esto era importante, nos llevaban de excursión tres días a Madrid, Toledo y El Escorial. No teníamos muy claro qué había en estos sitios. “Madre,- preguntamos a la tutora-, ¿qué hay en Toledo?”, ¡Ah!, la catedral, sí, esa la habíamos estudiado, gótica. ¿Sinagogas? Claro, claro que sí, que en España vivían judíos,… y los moros…¡Ah! Si Toledo fue unión de culturas….Vaya, habrá que fijarse en Toledo en qué se nota eso de la unión de culturas. Y Madrid, ¿todo Madrid? No, que vamos al Museo del Prado,.. En la libreta llevaríamos apuntes sobre todas las obras de arte que íbamos a visitar.  Entré con mi madre en el estanco de al lado de casa y pedí la libreta; había de varios colores y la elegí amarilla. Durante las siguientes semanas, la libreta amarilla iba y venía al colegio dentro de mi cartera, todos los días copiábamos un apunte sobre distintas obras.
Delante de aquel cuadro que ocupaba una grandísima pared, libreta en mano, treinta niñas de doce años, leímos todas las características principales de la obra:
          Abajo, la parte terrenal, un entierro del siglo XIV con personajes vestidos según la usanza del siglo XVI, eso se llamaba “anacronismo”, que lo habíamos estudiado y lo ponía en la libreta. Decía que todos los representados eran personas conocidas de Toledo, pero, ”señorita, ¿quién es el Greco?” El séptimo por la derecha, no, el quinto de la izquierda, ¡uf!, muchas cabezas.  Bueno, pero el niño está claro que era el hijo y en la mano tenía un papel con la firma, “no, pues no llego a verlo, sí, sí, ahora sí”.
“A ver, niñas, fijaros en la luz del cuadro, (¡uy!  si parece que mete miedo) las figuras alargadas, (y ¿eso por qué? ¿qué significa? dicen que si era un defecto que tenía en la vista…qué raro..)  los escorzos, la transparencia del alba del sacerdote que está de espaldas (¡ah! ¡sí!, ¡¡¡si es transparente!!! ¿cómo ha conseguido ese efecto? Hay que fijarse en otros pintores a ver si también lo consiguieron…..
         Y la parte de la Gloria, ¡jo, no falta nadie!, la Virgen, Jesús, San Juan, los ángeles, los bienaventurados… Pensé que este cuadro era demasiado para niñas tan jóvenes, había que tener más que una libreta llena de apuntes para poder  apreciar toda su grandeza, todos los recurso que empleó el pintor, todos los símbolos, todas las enseñanzas, y sobre todo…el señor de Orgaz debió de ser muy piadoso, muy importante o muy rico para que después de más de dos siglo de su muerte, se encargara una obra de tal magnitud en su memoria. Total, que tenía que buscar a este señor por la Historia de España.
Al regresar a casa, mi libreta amarilla “se ausentó sin dejar señas”, nunca más la vi entre mis cuadernos, creo que fue el primer síntoma de lo que mi profesor de Filosofía del Derecho llamó “época kleenex” (usar y tirar). He vuelto varias veces a Toledo, cada vez he visitado sitios nuevos, pero siempre quiero entrar en la iglesia de Santo Tomé para “seguir  viendo” este cuadro, con tanta gente y tantos detalles. Y cada vez que me enfrento a él, echo de menos no ir preparada con una libreta amarilla… 

VELAZQUEZ Y FELIPE IV


Diego Rodríguez de Silva y Velázquez nació en Sevilla en 1599 donde desarrolló un estilo naturalista de iluminación tenebrista influencia de Caravaggio. Fue un pintor del Barroco, considerado uno de los máximos exponentes de la pintura española y maestro de la pintura universal.
 El Barroco surge a principios del s. XVII y es un movimiento cultural que representa nuevos valores y un estado de ánimo diferente, es la época del sentimiento. El arte barroco se caracteriza por el realismo, colores ricos e intensos y fuertes luces y sombras. Los artistas elegían el punto más dramático, el momento en que la acción estaba ocurriendo para, de esta manera, evocar la emoción y pasión.
Tras su traslado a Madrid, Diego de Velázquez fue nombrado pintor de cámara del rey, labor a la que estuvo dedicado por el resto de su vida. El trabajo consistía en pintar retratos del rey y su familia y cuadros destinados a decorar las mansiones reales. Su pintura se caracteriza por un extraordinario dominio de la luz que consigue con  pinceladas rápidas y sueltas.
Felipe IV de España nació en Valladolid en 1605. Su reinado se caracteriza por el declive del Imperio, crisis económicas consecuencia de las continuas guerras, sublevaciones internas, y la pérdida de la corona de Portugal y los Países Bajos. La hegemonía del Imperio Español heredada de su abuelo Felipe II, se vio doblegada ante el poder de la Francia de Luis XIV. En cambio, y a pesar de esta crisis, el siglo XVII es el llamado “Siglo de Oro”, en lo cultural, literario, artístico, etc. 
Felipe IV murió, cansado de la vida y del gobierno, el 17 de septiembre de 1665, a los sesenta años de edad.

Nadie más cortesano ni pulido                       
que nuestro Rey Felipe, que Dios guarde,
siempre de negro hasta los pies vestido.

Es pálida su tez como la tarde,
cansado el oro de su pelo undoso,
y de sus ojos, el azul, cobarde.

Sobre su augusto pecho generoso,
ni joyeles perturban ni cadenas
el negro terciopelo silencioso.

Y, en vez de cetro real, sostiene apenas
con desmayo galán un guante de ante
la blanca mano de azuladas venas

Mi libro de Lengua y Literatura se llamaba “Para ti”. En este libro es donde aparecía este cuadro unido a este terceto. Supongo que el ejercicio se trataba de mostrar al alumno lo que es la estructura de un terceto, aunque en mí produjo un torrente de preguntas que poco tenían que ver con el estudio de la métrica y las figuras o recursos literarios.

Era la primera vez que veía un retrato de este rey, desconocido todavía para una niña de nueve años. Desde luego, tenía que ser familia de Felipe II, el que en su Imperio no se ponía nunca el sol, a ése sí que lo conocía de oídas. Pero después del II, vendría un III, antes de éste que era el IV ¿no? Vale, tenía que investigar y saber algo de estos reyes.
Me encontré un montón de adjetivos que describían a este rey, cortesano, pulido, cansado, cobarde,  generoso, expresiones que unidas a esa imagen despertaban mi curiosidad: ¿cómo puede ser que un rey cortesano y pulido esté cansado? ¿Cómo se atreve el escritor a hablar de unos ojos de azul cobarde en un rey? ¿Un cobarde puede ser generoso? Y aquí llegaba mi siguiente problema, ¿Cómo puede un pintor plasmar todos estos adjetivos con tanta exactitud?, era mirar el cuadro (bueno, la foto) y realmente sentía toda  la grandeza de un rey, pero un rey triste, cansado, ¿un rey austero o un rey pobre?  (porque sostiene un guante en vez de un cetro real).
Bueno, bueno, ahora tenía que saber más de este tal Velázquez, sí, el de las Meninas, este pintor parecía ser minucioso.
 Pero, oye, que en esta foto no sostiene un guante, que es un papel, a ver, que dice la seño que es que Velázquez pintó varios retratos de Felipe IV.
        Total, que esta página del “Para ti” no me enseñó solamente lo que es un terceto, me empujó a sumergirme y aficionarme a la Historia de España, a enamorarme de la pintura de Velázquez y finalmente, a hacer más de cuatro horas de cola en la exposición que en 1990 el Museo del Prado dedicó a Velázquez para poder ver todos los retratos posibles de Felipe IV. Nunca esperé que mi ansia por ver a Felipe IV con un papel, con un guante, con coraza, de cazador, etc.., me llevaría a conservar otro gran recuerdo de la “vieja friendo huevos”, pero ese ya es otro recuerdo…..
 
              

martes, 15 de marzo de 2011

RECUERDO DE CATEDRAL DE LEÓN

El estilo gótico se caracteriza por el uso de arcos apuntados, bóveda de crucería, arbotantes, trompas, pináculos y pechinas, y grandes vidrieras. La fachada se suele dividir en tres vanos con arquivoltas, un rosetón que marca la nave central y dos torres.
La Catedral de León, edificio religioso de estilo gótico clásico francés, inició su construcción en el siglo XIII bajo la protección del obispo Martín Fernández y el rey Alfonso X.
Su planta es de cruz latina, con tres naves desde la entrada al crucero, y cinco desde el crucero al altar mayor. Tiene 125 ventanas con 1.800 metros cuadrados de vidrieras y de ellas destaca el gran rosetón situado en el pórtico central entre las dos torres. La fachada principal está compuesta por tres pórticos. En el parteluz de la puerta principal, la escultura de Nuestra Señora la Blanca, que destaca por su humanidad.
En el interior, las vidrieras policromadas de origen medieval son el principal atractivo. Aún se conservan algunas de las originales. Restauradas en el siglo XIX, conservan la iconografía original basada en  temas del Antiguo Testamento.
Mi primer recuerdo de la catedral de León es: “pues yo no veo el topo”. Tenía unos cinco años y estaba dentro de la catedral  mirando hacia arriba intentando ver sobre una puerta, a un topo que me señalaban mis padres. “Sí, mira, eso que cuelga ahí arriba”, dijo mi madre. “Ahhhhhhh, buenoooooooo, eso?” . Me contaron la leyenda del topo, un “bicho malo“ que destrozaba por las noches lo que los obreros hacían por el día. Hasta que decidieron montar guardia todas las noches, y lo cazaron. Luego lo colgaron sobre la puerta, para tener un recuerdo del esfuerzo que costó su construcción.
Una vez “dada la vuelta”, mi cara cambió, “¡qué grande…,! papá, ¿cuánto mide?, ¿cómo subían hasta allí?, ¿se abren las ventanas?, ¿con qué las limpian, con Cristasol? ¿no se rompen nunca?” Mi madre me explicaba que las vidrieras eran todas distintas, que no había ninguna repetida, “bueno, y  ¿cómo lo sabe mi madre?. Seguramente que se ha venido antes a comprobarlo…..”
Después, el paseo por todas las naves, un montón de capillas, Vírgenes, Santos, Cristos,…. “¡qué lío…! ¿para qué necesitamos tantos? ¿Y luego dicen la misa en todas las capillas?. ¿Cuántos curas se necesitan?, ¿Y si una capilla se llena, tienes que irte a otra?, bueno, y eso de que la construyeron hace tantos siglos…. No puede hacer tanto tiempo, hay bombillas mejores que las que hay en casa de mis abuelos en el pueblo, eh? Que a lo mejor me están engañando….” Tampoco me quedó muy claro lo del coro, con tantas sillas y cerrado con una verja, en mi parroquia el coro se subía arriba a cantar y la gente también podía subir cuando no había sitio abajo. “No sé, esto de encerrar al coro….”.

Por fin salimos, pero por fuera era todavía más grande… “papá, ¿le damos la vuelta?” “Hoy no, es tarde y tenemos que volver a casa”. Mi madre me llamó otra vez la atención : “Mira, la Virgen Blanca”, pensé que era guapísima…..  Ya nos íbamos, cuando, mirando las torres, resulta que una era más pequeña que la otra, “¿es que no supieron hacerlas iguales? , pues vaya, si es fácil copiar, ¿no?”

 
Pasaron los años, en el colegio me enseñaron lo que era el gótico, lo que significaba la altura de los arcos, cómo se consiguió más luz para los interiores, la finalidad de las catedrales, la evolución de la expresión en la escultura, etc…. Volví a León y a su catedral muchas veces, cada vez miraba una cosa. Un año hasta visité Las Edades del Hombre con mi prima, otra vez nos pasamos un buen rato intentando adivinar la hora en el reloj de sol de una de las torres…
Pero cuando veo una fotografía o alguien habla de la Catedral de León, mi primer pensamiento es lo impresionada que me quedé con el topo y la cantidad de veces que al pasar por la catedral decía: “abuelita, ¿entramos a ver al topo?”