Lens
culinaris, la lenteja, es una planta anual herbácea de la familia de las Papilionáceas, con tallos de 30
a 40 cm, endebles, ramosos y estriados, hojas oblongas, estípulas lanceoladas,
zarcillos poco arrollados, flores blancas con venas moradas, sobre un pedúnculo
axilar, y fruto en vaina pequeña, con dos o tres semillas pardas en forma de
disco de medio centímetro de diámetro aproximadamente.
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¡Pues hay que comer de todo! ¡Y tienen mucho hierro!
Y
la misma cantinela todas las semanas. Porque había que comer legumbre todas las
semanas, que eso no se perdonaba…Ya podías llorar, patalear, o estar comiendo
dos horas,… ¡Que te las terminabas comiendo! Lo más impactante fue descubrir
que había gente a la que le gustaban las lentejas. Es que no me cabía en la
cabeza. Yo pensaba que lo que gustaba, gustaba, y lo que no, pues no, pero a
todo el mundo igual. Pues mira por dónde, había niños a los que les chiflaban
las lentejas, y hasta las alubias.
Mi
madre perdió la batalla con las alubias, pero las lentejassssssss,… Terminamos
sobornados vilmente. Sí, sí, mamá también había aprendido a chantajearnos. Cada
vez que nos preguntaba qué queríamos comer, nosotros pedíamos croquetas de
atún, eran nuestra perdición. ¿Qué se le ocurrió? Estableció una asociación indisoluble
entre croquetas y lentejas. Y así pasó nuestra infancia, nuestra juventud,… en
fin, nuestra estancia en el hogar, el dulce y amoroso hogar,..Pero, mamá, ¡qué
forma de estropear las croquetas!
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¡es que hay que comer de todo! ‘¡Y tienen mucho hierro!
Con
el paso del tiempo aprendimos que sí, que hay que comer de todo, que hay que
saber comportarse, y que hay que alimentar al cuerpo con lo que necesita y no
con lo que le gusta. Así que las lentejas quedaron “aceptadas” como una más de
las obligaciones cotidianas. Y por supuesto que la frase tan popular de…”son
lentejas, si quieres las comes….” en mi casa terminaba…”y si no, TAMBIÉN”
¡Qué
poco sospechaba yo que la vida iba a seguir dando vueltas y vueltas y vueltas…!
Hace
un par de años me fui de viaje con una amiga al Nuevo Mundo, saltamos el
charco, nos fuimos a “explorar” y “vivir aventuras” a Argentina. Y una vez en
Argentina, ¿cómo no explorarla de arriba abajo o de abajo arriba? Después de
diez días de avión en avión, que cada vez que subíamos nos daban un bocadillo
de jamón york (o asimilado) y queso (o asimilado) con un galletón relleno de
chocolate y un caramelo, aterrizamos en Iguazú, un paraíso de clima
“subtropical” (que lo dijo claramente el guía). Un hotel de cinco estrellas, “supermegafashion”,
de esos en los que te tratan como si fueras el único turista del mundo,…Decidimos
cenar en el hotel, darnos ese gusto, esa tranquilidad, ese relax que
necesitábamos. Abrimos la carta y vemos como recomendación tomar la “sopa del
día”. Oye, pues nos apeteció tomar la sopa del día,…
No descubro nada si ahora cuento cual fue mi sorpresa
cuando aparecieron ante nuestros ojos dos radiantes, estupendos y exclusivos
platos de lentejas.
¡Ay!
¡Ay! ¡Ay!
A
mi mente sólo llegaba una imagen, una única imagen, una burlona cara,…
MI
MADRE MIRANDO CÓMO SU HIJA, EN LA OTRA PUNTA DEL MUNDO, EN UN HOTEL DE CINCO
ESTRELLAS, ELIGIENDO CENAR A LA CARTA UN SUCULENTO PLATO DE LENTEJAS.
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¡Es que tienen mucho hierro!