¿Cómo llegó Bunny a nuestra vida? No lo sé. Yo quería un conejo como Buggs Bunny, que comía zanahorias y entraba y salía de cualquier sitio dibujando un agujero.
Bunny era un perro normal, cariñoso, juguetón, alegre, fiel,…
Siempre estaba dispuesto a salir, nos esperaba cuando llegábamos del colegio,
se sentaba a nuestros pies cuando comíamos, veía la tele con nosotros, y
lloraba si lo dejábamos en casa.
No se enfadaba nunca. Bunny, déjame. Bunny, no
tengo ganas de jugar. Bunny, vete. Bunny, ¡qué pesado! Bunny, tú no vienes.
Siempre fiel, siempre alegre, siempre pendiente de nosotros, dispuesto a
complacernos, sin rencores, sin ningún interés más que complacernos. Nunca tuvo
una mala cara, un mal ladrido si no le hacíamos caso… Siempre estaba ahí,
esperando que se nos pasara el mal humor, consolando nuestras penas,
acompañando nuestra soledad, poniendo caritas de interés si le contábamos
secretos (¡y por supuesto, los guardaba todos!). Cuando se hizo mayor, aun
viejo y cansado, nunca dejó de acompañarnos.
“Cuanto más conozco a las persona, más quiero a mi perro”.
¿En serio?
“El perro, el mejor amigo del hombre”. ¿En serio?
¿Y el hombre?
“Ser vivo que tiene
capacidad para razonar, hablar y fabricar objetos que le son útiles”.
¿De verdad que el hombre, dotado de habla, habilidad manual y
sobre todo, capacidad de razonar, en toda la Historia de su andadura por el
mundo sólo ha sido capaz de conseguir la
Amistad del perro?
Ahhhhhhhhh, pues no sé.
¿Será que el hombre también se puede caracterizar como el
animal más perezoso y egoísta de la cadena evolutiva? Nos gusta recibir toda
clase de elogios, cariños, regalos, aprecios,… a cambio del mínimo esfuerzo.
Nos gusta tener a nuestra disposición amor, lealtad, fidelidad,… a cambio de la
más mínima dedicación, y comprensión.
Sí, es fácil decir que nuestro mejor amigo es el perro. Como seres racionales
que somos, tenemos la capacidad de elegir, elegir el camino más fácil, lo más
cómodo,…
O elegir amar, ayudar, comprender y compartir con otros seres
humanos como nosotros, egoístas, perezosos, interesados, desconfiados,…
De Bunny aprendí a ser generoso, pero también que nadie
medimos la generosidad con el mismo vaso medidor. A ser fiel, pero que nadie tiene
el mismo concepto de fidelidad. A amar sin condiciones, pero que lo más
habitual es encontrar amor condicionado. A compartir todo, aunque la mayoría
comparte lo del otro y no lo propio. Y todo eso lo aprendí de Bunny porque él
fue mi mejor amigo y yo el hombre egoísta, perezoso, e interesado que le tocó
en suerte como compañero de viaje.
¡Ayyyyyyyyyy, si nunca tuvimos perro! Yo solo fantaseaba con
Buggs Bunny.
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