¿Por qué cada vez que veo escrita la palabra Excel viene a mi mente un mapa de África? ¿Y por qué soy incapaz de entender las funciones de Excel?
Cuando acabábamos de obtener nuestra Licenciatura, todavía
creíamos a pies juntillas que nos íbamos a comer el mundo por los pies y
creíamos que lo sabíamos todo. Cuando nos acabábamos de apuntar al paro
creyendo que aquello no era más que un trámite; cuando éramos capaces de meter
la cabeza en cualquier empresa… Cuando creíamos que éramos los mejores… en
nuestra vida apareció LA INFORMÁTICA.
Me vi “matriculada forzosa” en un curso de organización de empresas
o algo parecido… no sé. Por entonces mi cabeza estaba aterrizando en varios
temarios de oposiciones, y sin saber cómo ni por qué, tuve que acampar durante
un mes en la Escuela de Caminos. Sí, acampar, porque en mi casa solo me veían
diez minutos a la hora de comer y otros diez minutos cuando llegaba
arrastrándome por la noche hacia mi camita. ¡Vaya paliza que nos metieron! ¡Como
para enterarme del título del curso! Un lunes (es que el curso se dividía en
unidades semanales) apareció un profe “realmente” desagradable acompañado de su
asistente, el Sr. Davis, muy trajeado, cargando con un ordenador y asintiendo a
todo lo que el desagradable le ordenaba. La cosa se puso bastante cruda ya
desde el principio: nada más llegar y sin anestesia, nos soltó que para él el
gran descubrimiento del siglo XX habían sido los diodos luminiscentes, oye, que me lo apunté (nunca se sabe si luego
lo puedes utilizar al escribir un recuerdo). Había que hacer ejercicios prácticos,…
gráficos con una hoja de cálculo. Vamos, que yo no había visto un ordenador en
mi vida y el desagradable pretendía que hiciera un grafico. Oiga, que yo no sé
dónde se enciende esto, que no sé lo que quiere decir “intro” si pone “enter” y
mire que somos cuarenta y ocho a hacer el grafico. Por supuesto que el grafico
nos lo hizo el señor Davis, porque en diez minutos, por lo menos yo, no supe lo
que significaba meter datos en una celda y menos aun entender lo que eran
funciones, rangos, ni gráficos de barras ni de quesito. Mire, que sí, que me he
licenciado, pero que lo que es un ordenador, no lo he visto nunca, no sé
informática. El señor Davis se apiadó de nosotros, nos hizo los gráficos, y nos
enseñó algunas cosas divertidas en el ordenador. Entre ellas, nos dibujó un
mapa de África con las caras que salían en el video de “Give me hope Johanna”, que era el éxito de entonces, y aquello fue
lo único agradable que recuerdo de la “semana
horribilis”.
Bueno, con el tiempo, ya supe que aquello era un programa que
se llamaba Lotus 123, que servía para hacer hojas de cálculo, que las hojas
de cálculo eran muy útiles para manejar datos,…
Después empecé a trabajar, y llegaron los ordenadores, y eso de que “tu ordenador debe ser tu herramienta de
trabajo y lo debes conocer y manejar como tu bolígrafo”. Anda ya, que va a
ser lo mismo mi bic, que este trasto.
Cuando yo quise empezar a querer manejar una hoja de cálculo, aquello ya no era
el Lotus 123, era Excel y me fui de curso con mi bic. A los diez minutos de
empezar el curso, en mi mente se había instalado el mapa de África y un gráfico
en forma de quesito. Una semana de lunes a viernes, cinco horas al día que no
me llegaban y me hacía los ejercicios por las tardes, total veinticinco horas
oficiales mas las que eché en mi casa que para entonces yo ya tenía un portátil
(como cambian los tiempos). Y yo con un catarro……. venga a ver mapas de África, y un profe de
Excel igual de desagradable que aquel que iba con el señor Davis. Y venga funciones y punto y coma y dos puntos y
paréntesis dentro de paréntesis, y llegar a casa e intentar entenderlo, y soñar
con los diodos luminiscentes dentro de corchetes separados por comas y ¿para
qué tengo yo que saber calcular la letra del nif con una fórmula,….?
Ah, ¿qué creéis? ¿Que abandoné? ¿Acaso la cárcel pudo con
Nelson Mandela? (que también lo veía yo cuando soñaba con los diodos africanos
y los paréntesis bailando con los dos puntos mientras el punto y coma se tomaba
una función de promedio). Pues no, entregué mis ejercicios a tiempo, hice mi
prueba final, (copiando, claro), conseguí mi título, y me he repetido, al menos
dos veces más, mi curso de Excel nivel básico. Aunque en modalidad on-line, a mi
ritmo y sin pedantes mirando por encima de mi hombro si me falta un paréntesis.
Y he aprendido cosas, no mucho, pero puedo manejar hojas de cálculo sin
estropiciarlas, Y aún más, he podido completar un nuevo curso de Excel avanzado
con las felicitaciones de mi profe virtual por el esfuerzo, ya que no por los
conocimiento adquiridos, y estoy orgullosa, porque sé que soy capaz de
esforzarme una y otra vez por aprender y entender cosas que me han superado más
de una vez, porque soy capaz de no abandonar ante las dificultades, y porque no
me importa repetir y repetir y preguntar y preguntar, Y a Dios pongo por
testigo de que un día conseguiré entender las funciones de Excel, a pesar de
los dichosos diodos luminiscentes y de los profes pedantes. Porque si África sale del apartheid, yo también, con Johanna o sin ella,…